miércoles, 31 de diciembre de 2008

Una voce Málaga


En la página que indicamos abajo han publicado un artículo de nuestro colaborador, Pedro, exactamente el de la Gruta de Belén. Enhorabuena a nuestro hermano y muchísimas gracias a los amigos y hermanos de Una Voce de Málaga.

lunes, 22 de diciembre de 2008

LOTERIA

Por segundo año consecutivo hemos conseguido ¡Por lo menos! la devolución del décimo. Por eso dicen que hoy es el día de la salud, así que Dios os la guarde muchos años. Felicidades.

viernes, 19 de diciembre de 2008

La Gruta de Belén (Por Pedro Matías)




Belén está situada sobre dos colinas, a 2361 metros sobre el nivel del mar. La colina occidental es el Belén de la Escritura; sobre la oriental está la Basílica de la Natividad que se levantó sobre la gruta. Podemos imaginar que María y san José, "no habiendo lugar para ellos en la posada”, dejaron el poblado y fueron a dar a una cueva o establo sobre la colina oriental, que servía como refugio para los pastores y sus rebaños contra la inclemencia del clima. No nos referiremos aquí a las controversias acerca de la historicidad de la narración que hace san Lucas del nacimiento del Salvador, o del verdadero lugar de la gruta de la Natividad. Basta decir que no parece haber razón suficiente para abandonar la muy antigua e ininterrumpida tradición que atestigua la autenticidad del sitio en el que hoy se venera el pesebre. San Justino, quien murió mártir en 165, dice que “Habiendo buscado infructuosamente albergue en el poblado, José buscó refugio en una cueva vecina a Belén” (Dial. c. Tryph., 70). Casi medio siglo después, Orígenes escribe: “Si alguien desease satisfacer su curiosidad sin recurrir a la profecía de Miqueas o a la historia de Cristo, según fue escrita por sus discípulos, acerca de que Jesús nació en Belén, sepa que, según el Evangelio, en Belén está la gruta donde Él vio la luz por vez primera” (C. Cels. I, 51). Al principio, santa Elena construyó una capilla en la gruta, y la adornó con mármoles costosos y otros adornos valiosos. La primera basílica erigida sobre la cripta se debe probablemente a la devoción y magnificencia de su hijo, Constantino, del que san Eusebio dice “el Emperador mismo, eclipsando aún la magnificencia del diseño de su madre, adornó el mismo sitio con un estilo auténticamente real” (Vita Const., III, 43). Tanto la gruta propiamente dicha como la basílica han sufrido numerosas modificaciones y restauraciones, reclamadas al paso de los siglos por los destrozos de las guerras e invasiones. En la actualidad, poco queda de los espléndidos mosaicos y pinturas descritos detalladamente por Cuerésimo y otros escritores. El acceso a la cripta de la Natividad desde el templo superior se realiza a través de una doble escalinata que baja del lado norte del coro de la basílica hacia la gruta, en la parte inferior, y que converge en el lugar donde, según la tradición, nació el Salvador. El punto exacto está indicado por una estrella de plata con una historia un tanto trágica.

Siempre ha habido una estrella allí, pero la que hoy está no es la primera. La que hoy besa el peregrino, lleva grabada la fecha de 1717; pero no es este el año en que fue modelada. Su historia es la siguiente:

En letras capitales, grabadas en relieve, la estrella tiene esta inscripción circular latina: HIC DE VIRGINE MARIA JESUS CHRISTUS NATUS EST. 1717: "Aquí nació Jesucristo de la Virgen María". Este texto latino, que declara en voz alta quién era el propietario de aquel lugar sagrado, molestaba a los griegos ortodoxos, copropietarios con los franciscanos de la Basílica de la Natividad.

La estrella que entonces se veía en el lugar donde nació Jesús, había sido colocada el año 1717, fabricada con los reales de a ocho que a raudales mandaba España. Ya en 1842 habían intentado arrancarla los monjes griegos; por lo cual los franciscanos, en la noche del 22 de diciembre de aquel mismo año, la fijaron fuertemente con clavos en el pavimento, como asegura el historiador griego Papadópulos. Nueva tentativa, aunque también inútil, el 24 de abril de 1845, hasta que, por fin, la estrella desapareció definitivamente el 12 de octubre de 1847, yendo a parar, según parece, al monasterio griego de S. Sabas.

No habiendo conseguido la restitución de la estrella, el sultán turco Abde-el-Megid, después de un movidísimo proceso que duró cinco años, decretó que se hiciera otra igual a la robada. Se hallaba entonces en Constantinopla, ejerciendo el importante cargo de Comisario de Tierra Santa ante la Puerta Otomana, el franciscano español P. José Llauradó, el cual se encargó de hacer reproducir la estrella "según el modelo exacto de la robada", como refiere él mismo en una interesante carta, dando la comisión al señor Jacomo Anderlich. El peso de la plata fue de 496 dracmas, y costó 3.300 piastras turcas, es decir, unos 2.700 reales, que el dicho P. Comisario pagó al señor Anderlich, y consta del recibo de éste. El sultán Abd-el-Megid, sigue refiriendo el P. Llauradó, pretende que la da él "como un solemne recuerdo de nuestra parte imperial a la nación cristiana", es decir, comenta Llauradó, "que el sultán se la apropia y hace don de ella a la cristiandad entera".

Pero la historia prueba con documentos auténticos, testigos incorruptibles, que la estrella de Belén, la misma que hoy vemos y veneramos, como símbolo de un hecho divinamente humano, se debe a la actividad y dinero aportado por un franciscano español, a quien deben mucho, por esta y otras acciones, los Santos Lugares.

La larga y trabajosa acción diplomática ante la Sublime Puerta fue llevada a cabo por el embajador francés en Constantinopla, marqués de Lavalette, menudeando las propinas del Comisario español a los oficiales turcos. La estrella fue colocada en el mismo sitio donde se halla hoy por el enviado del Sultán, Afif-bey, el 23 de diciembre de 1852, hallándose presentes el bajá de Jerusalén, el cónsul francés Botta y el superior franciscano de Belén. A este acto solemne no asistieron el patriarca latino, José Valerga, ni griegos, ni armenios.

A poca distancia hacia el suroeste está el pesebre donde Cristo fue acostado y donde, según atestigua la tradición, Él fue adorado por los magos. En 1873 el pesebre fue vandalizado por los griegos y todo lo que había de valor, incluyendo dos pinturas, de Murillo y Maello respectivamente, fue robado.

(Franciscan Cyberspot)

martes, 16 de diciembre de 2008

BODAS DE ORO DE NUESTRO DIRECTOR ESPIRITUAL

El próximo día 20, nuestro Director Espiritual, D. Isidro Rubiales, celebra sus bodas de oro. Además de celebrar misa en la Iglesia de la Concepción a las 18:00 h. le tenemos reservada alguna que otra sorpresa y regalo, esperamos vuestra presencia para acompañarle en un día tan importante.

viernes, 12 de diciembre de 2008

El escándalo de la Cruz (Por José Espejo)

Ya lo decía San Pablo y hoy los cristianos lo podemos comprobar:

El escándalo será eterno.

Unos estamos arañando esa Cruz, produciendo mayores dolores al Nazareno, otros cobijados, como cobardes y asustados ante el hecho más grande de la historia del mundo y los menos cargando con ella y ayudando al Maestro a pasar las amarguras de ese día.

Los hay indiferentes, de boquilla, porque cuando la cruz aprieta se acuerdan de Él. ¡A buenas horas, mangas verdes! aunque nunca es tarde ciertamente...

Pero yo me voy a referir en este pequeño escrito a los que odian al Nazareno, a su Dios en definitiva, a esos en que anida el odio a la Cruz (Nazareno) y que creen que lo van a eliminar de la faz de la tierra con leyes, con escritos difamantes o con lo que esté a su alcance.

A esos les digo que al final de sus vidas les quedan dos opciones:

1.- Arrepentirse de lo dicho y hecho en contra de la Cruz.

2.- Decir como el emperador romano Juliano: "Venciste Nazareno".

Ambos casos suponen reconocer su derrote y cargar con la Cruz.

Yo como cristiano seguidor del Cristo de la Vera+Cruz pido por ellos y les sugiero que prueben a amarlo y así comprenderán que la paz y la alegría llaman a la felicidad en este mundo, y aún en el otro, que será, sin duda, todavía mejor.

jueves, 11 de diciembre de 2008

ADVIENTO

Adviento significa venida. Este tiempo nos prepara para la venida del Señor.
LOS GRANDES TESTIGOS DEL ADVIENTO

Son tres: El profeta Isaías, Juan el Bautista y la Virgen María.
Isaías anuncia cómo será el Mesías que vendrá. Sacude la conciencia del pueblo para crear en él actitud de espera. Exige pureza de corazón.
Juan el Bautista señala quién es el Mesías, que ya ha venido. Él mismo es modelo de austeridad y de ardiente espera.
María es la figura clave del adviento. En ella culmina la espera de Israel. Es la más fiel acogedora de la palabra hecha carne. La recibe en su seno y en su corazón. Ella le prestó su vida y su sangre. María es Jesús comenzado.
LAS ACTITUDES FUNDAMENTALES DEL ADVIENTO

1. Actitud de espera. El mundo necesita de Dios. La humanidad está desencantada y desamparada. Las aspiraciones modernas de paz y de dicha, de unidad, de comunidad, son terreno preparado para la buena nueva. El adviento nos ayuda a comprender mejor el corazón del hombre y su tendencia insaciable de felicidad.

2. El retorno a Dios. La experiencia de frustración, de contingencia, de ambigüedad, de cautividad, de pérdida de la libertad exterior e interior de los hombres de hoy, puede suscitar la sed de Dios, y la necesidad de «subir a Jerusalén» como lugar de la morada de Dios, según los salmos de este tiempo. La infidelidad a Dios destruye al pueblo. Su fidelidad hace su verdadera historia e identidad. El adviento nos ayuda a conocer mejor a Dios y su amor al mundo. Nos da conocimiento interno de Cristo, que siendo rico por nosotros se hace pobre.

3. La conversión. Con Cristo, el reino está cerca dentro de nosotros. La voz del Bautista es el clamor del adviento: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios ... » (Is 40,3-5). El adviento nos enseña a hacernos presentes en la historia de la salvación de los ambientes, a entender el amor como salida de nosotros mismos y la solidaridad plena con los que sufren.

4. Jesús es el Mesías. Será el liberador del hombre entero. Luchará contra todo el mal y lo vencerá no por la violencia, sino por el camino de una victimación de amor. La salvación pasa por el encuentro personal con Cristo.

5. Gozo y alegría. El reino de Cristo no es sólo algo social y externo, sino interior y profundo. La venida del Mesías constituye el anuncio del gran gozo para el pueblo, de una alegría que conmueve hasta los mismos cielos cuando el pecador se arrepiente. El adviento nos enseña a conocer que Cristo, y su pascua, es la fiesta segura y definitiva de la nueva humanidad.

BELÉN

En vísperas de la Inmaculada quedó montado en el Colegio de Médicos, Hermanos Mayores Honorarios de la Cofradía, el Belén que hemos realizado conjuntamente las secciones de Mayor Dolor, Ánimas y Vera+Cruz. Espero poder poneros en breve unas fotillos.