martes, 27 de enero de 2009

EXALTACIÓN DE LA CRUZ Año 1.992 (Por Pedro Fernando Merino)

EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ


Por Pedro Fernando Merino
2 de mayo de 1.992

Azotado y calumniado, escupido y escarnecido, abofeteado y burlado, coronado de espinas y ultrajado, juzgado por el procurador romano, por el monarca judío, por los sacerdotes sanedritas y por la masa popular, entonces, sólo entonces, tomaron, pues, a Jesús que, llevando su cruz, salió al sitio llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota, donde le crucificaron, y con Él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio. Y escribió Pilato un título y lo puso sobre la cruz; estaba escrito:”Jesús Nazareno, Rey de los Judíos”. Y muchos de los judíos leyeron este título, porque estaba cerca de a ciudad el sitio donde fue crucificado Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Y dijeron, pues, a Pilato los príncipes de los sacerdotes de los judíos: ”No escribas ‘Rey de los Judíos”, sino que Él ha dicho: “Soy el Rey de los judíos”; pero Pilato respondió: “Lo escrito, escrito está”.

Jesucristo, es curioso y esclarecedor,
Señor Hermano Mayor,
Señor Presidente de la Agrupación de Cofradías.
Miembros de la Junta de Gobierno de estas Reales Cofradías Fusionadas,
Señores Hermanos Mayores de las corporaciones aquí representadas,
Cofrades y hermanos todos

Jesucristo, es paradójico pero ilustrativo, Jesucristo, decía, reina desde la cruz. Y es el propio procurador romano que decreta su muerte en la cruz el primero en reconocerlo y así hacerlo saber a cuantos contemplen la ejecución del reo, pues Pilato, según la narración del Evangelista San Juan, se negó a rectificar el texto de la leyenda que ordenara colocar en el extremo más visible de la cruz.

Cristo reina desde la cruz, con corona de espinas, sí; agonizante, ciertamente; ofendido y humillado, es verdad, pero inocente y obediente a la voluntad del Padre de suerte que incluso aquél que debía de testimoniar el fin de su extraño reinado, el centurión que mandaba el pelotón de ejecución, acabaría reconociendo que aquel Hombre era el Hijo de Dios y, por ende, el Rey de la Creación.

Pilato, quién sabe, quizás lo intuyera al lavarse las manos o quizás deseara molestar a los sanedritas bajo cuya presión mandó crucificar al inocente Jesús, pero lo cierto, sea cual fuere la razón auténtica, es que el romano ordenó plasmar aquel reinado en tres lenguas distintas para que todo el mundo lo entendiese: en la lengua vernácula de la región, el arameo; en el idioma del imperio romano, latín; y en griego, por entonces la lengua más extendida entre los extranjeros, o sea entre los gentiles.
Pilato, cónsul de la Judea, probablemente no lo sabía ni lo supo nunca, pero al ordenar la colocación de aquel letrero y no vacilar en el mensaje de su texto, se convirtió en el notario oficial e imperial del Reinado de Cristo sobre la tierra. Un Reinado cuyo trono se encuentra en la cruz y una cruz, desde entonces y para la eternidad, convertida en símbolo de fe, de esperanza y de salvación.
Y una cruz a la cual no sé yo si seré capaz de glosar con acierto pese a esa ristra de cualidades que, tan cariñosa como infundadamente, me ha atribuido mi querido presentador.
Fue el propio Jesucristo, según el mismo San Juan Evangelista, quien anunció a sus discípulos que “Cuando yo sea levantado en la tierra todo lo atraeré a mí”. ¿Y os parece pequeño cumplimiento de tales palabras que haya sido la figura de Cristo la que haya dividido los tiempos de la Historia?...¿Acaso es simple el hecho de que aquél que otrora fuera considerado signo terrible de muerte y de ignominia, la cruz, se haya transformado en símbolo de salvación al que todos los pueblos del planeta respetan cuando no le rinden pleitesía?...

Cristo, que más tarde habría de resucitar culminado así el cielo de la Redención, alcanzó su reinado en la cruz. Sin cruz, no habría tenido lugar la Resurrección y sin ésta, la salvación de los hombres no hubiera alcanzado su plenitud.
Es por tanto, sí, la cruz símbolo de salvación, pero de una salvación que no llega, he aquí el ejemplo de Jesús, sino a través de la negación de uno mismo, del sacrificio y de la entrega que implican la renuncia al propio interés, la aceptación de la voluntad del Padre y de la fe revestida de esperanza mediante la práctica verdadera de la caridad y de una caridad desnuda y cierta, sin falsos sentimentalismos lacrimógenos ni concesiones a la doble moral: “en el templo, piadoso hombre; en la calle ciudadano que voy a lo mío y sólo a lo mío”.

La cruz, sí, se ha transformado a los ojos del género humano. De emblema del tormento y del deshonor ha pasado a representar signo de fe y de redención. Y desde este significado la cruz preside nuestras calles, plazas, caminos, templos, palacios y hogares tanto como en el devenir de los siglos lo hizo con la política, los ejércitos, las guerras, los linajes, las herencias y las horas que marcaban campanas eclesiales.
La cruz habita por doquier todavía hoy. La cruz preside plazas y señala encrucijadas, remata fachadas de templos, espadañas de conventos y techumbres de edificios civiles. Conquista cumbres montañosas, modela veletas, agrupa en derredor jardines, se dibuja en paredes de dormitorios, corona altares, pende de collares femeninos, se cuelga de pendientes hippis y, finalmente, en definitiva, emerge sobre los sepulcros y las tumbas.
La cruz es impresa, filmada, fotografiada, dibujada, serigrafiada, pintada y recreada de cuantas formas gráficas imaginarse pueda. La cruz es objeto instrumental que ha sido instrumentalizado: motivo de conquistas y prédicas y excusa para humillaciones, puño de espada y heráldica de adargas y escudos; la cruz, mil formas diferentes diversificadas por el genio del hombre, es aspada, dentada, lobulada, potenzada, tremolada, ancorada, cruzada, invertida…latina, griega, egipcia, gamada…papal, patriarcal, basilical…y es de oro, de brillantes, de plata, de marfil, de cobre, de hierro, de plástico, de metacrilato, de azabache, de mármol, de cáñamo, de seda, de lino, de terciopelo, de esparto, de pétalos, de tallos…dw madera.
La cruz, es cierto, está presente siempre aunque para nosotros resulte casi imperceptible; pese a que nos pase inadvertida a fuerza de la costumbre, la cruz, stipes y patibulum que se cortan, ha concluido en ser el genuino eje cartesiano de la existencia, un eje que nació de la muerte y la vergüenza para desembocar en el perdón y la vida.

La vida….
Y, sin embargo, entre tanto oropel y tal cantidad, entre tanto despilfarro de brazos y maderos, de metales y piedras, de formas y emblemas, ¿Preside la cruz nuestra vida? ¿Cuelga acaso tan solo de una medalla? ¿Se asoma únicamente a nuestra solapa en tardes de Cuaresma, de Pasión, de Semana Santa?...

Hay muchas cruces en Málaga. Está la cruz olvidada del Patio de los Naranjos y la cruz de forja que junto a ella, delante de la girola de la Catedral, perdió hace años su remate más alto. Existe la Cruz del Humilladero y aquella, también de hierro viejo, que se asoma a la Plaza de la Victoria y su vecina de enfrente que abre la puerta de la parroquia de San Lázaro mientras inaugura al tiempo el Vía Crucis malacitano que se corona con otra cruz que, a su vez, antecede a la capilla del Monte Calvario en cuyo interior otra cruz, más noble, custodia un fragmento de la auténtica Veracruz. Y está la cruz de cerrajería que a los pies de la Alcazaba narra tiempos de recristianización y la que, en la calleja de Los Mártires, oculta tras de sí los dolores que recogen los Hermanos de San Juan de Dios. Y pervive aquella otra que a orillas de las playas de San Andrés cuenta hasta qué punto es real el peligro de la libertad. Como igualmente todavía permanecen tres cruces escondidas en la calle de Los Cristos indicando el lugar en el que aún hoy puede beberse el agua de la primera canalización que el Obispo Molina Lario ofreciera a Málaga.

Sí, decididamente, hay muchas cruces en las calles de Málaga, pero en ningún lugar tantas como en las amplias explanadas de San Miguel, San Rafael y San Gabriel. Miles de cruces cuyos pies se hunden en la muerte. Centenares de miles, millones de cruces que testimonian memorias de hombres y mujeres que murieron en la esperanza de que esas cruces que sobre sus restos se alzan sean escaleras hacia una nueva vida…

La vida….
Entre tantísimas cruces, debajo de sus sombras misteriosas y calladas en su desnudez, al lado de ellas, detrás de ellas, junto a sus brazos abiertos y su largura desplegada, ¿preside la cruz nuestra vida?...¿Quizás sólo reparamos en los peldaños de su altura cuando llegan las postrimerías? ¿Resbala acaso a nuestras manos la sangre caliente de Cristo que chorrea por su tronco abrupto?....

Yo creo que hay una cruz para cada hombre como hay una fosa para cada vida.
Y puede que esa cruz, si uno se confiesa cristiano, sea la misma que, al final, se alce sobre la tumba o se dibuje en la pared del nicho.
Y cada cruz está hecha a medida. En perfecta armonía estética con las dimensiones de la última morada tanto como de la existencia cuya memoria alberga. Unas más ricas, otras más humildes, pero todas las cruces a medida, en definitiva, en su dimensión más profunda. En esa cuarta dimensión que ni se ve ni se palpa n i se mida pero a la que uno siente viva y presente cuando Dios decide apretar y cargar sobre el hombre de cada persona el peso de esa cruz a su medida.

Es verdad, sí. Hay muchas cruces en esta Málaga nuestra. En sus calles, en sus plazas, en sus hogares y en sus cementerios. Hay cruces a millones, a espuertas, de todas marcas y colores, de todos los tamaños y formas, hay cruces para dar y para regalar, para esconder y para evitar, para olvidar y para rezar, para temer y para presumir, para mostrar y para llorar.
Hay una multitud increíble de cruces, un sinfín de maderos y troncos, de forjados y esmaltes, de espejos y cuerdas, infinitud de cruces, pero como la cruz que forman el cauce seco del Río con el Puente de la Aurora, ninguna. Como esa cruz de la Historia que divide a la ciudad en rica y pobre, en comercial y suburbial, en residencial y dormitorio, ninguna. Porque es esta una cruz que hunde sus pies en la inmensidad del mar de nuestros pecados y se prolonga, curso arriba, escalando los montes, para buscar el aire de las alturas y respirar la fragancia limpia de la cercanía del Creador. Una cruz cuyo patíbulo se adentra a un lado, barrios de la Trinidad y del Perchel, en los umbrales de la pobreza, del olvido y del abandono para hallar la marginación, la drogadicción, la infravida, mientras en el extremo opuesto, calle de la Compañía adentro, el comercio y las mercaderías abren paso a una Málaga histórica, extrema en el Este, de apellidos de altos mimbres y desahogos dinerarios.
Extraña cruceta ésta trazada sobre un puente llamado de la Aurora, sabedor de que una alborada cualquiera, amanecerá un nuevo Sol. Acaso sea ése el Sol que vista a una Mujer coronada de doce estrellas, la Mujer del Apocalipsis, la Mujer liberadora de oprimidos que canta el “Magnificat”, a la cual aguardan en la tribuna de la paciencia, la “tribuna de los pobres”, todos los desheredados de la tierra cada primavera cuando la Luna del Parasceve brilla sobre todos y para todos.
Ninguna cruz en Málaga como ésta del río seco y su puente viejo. Ninguna cruz que haya representado tanto en las vidas de los hijos de esta ciudad.

Las vidas. La vida…
¿Pero preside la cruz nuestra vida? ¿Cruzamos sólo sobre los brazos de esa cruz? ¿A cuál de los dos palos pertenecemos más? ¿Acaso al erial maloliente del lecho seco? ¿Quizás al puente que promete la Aurora? ¿Deambulamos únicamente, ya cada día cotidiano, ya bajo la Luna del Parasceve, vestidos de nazarenos, sobre su cuerpo de cruz sin reparar en que es cruz siquiera?...

Los cofrades, empero, quienes nos llamamos hermanos en un mismo instituto por causa de una cruz a la cual seguimos llegada la Semana Santa, sí conocemos la naturaleza y la dimensión profunda de esa cruz.
Los cofrades sabemos que la cruz fue signo de muerte y desdoro para transformarse en árbol de salvación y símbolo de gloria. Los cofrades conocemos todo eso y mucho más y por eso queremos transmitirlo al resto de la ciudadanía sacando cruces a las calles, más cruces en las calles cada Semana Mayor. Desde la cruz de guía que abre nuestros cortejos y que debe marcar la senda de nuestras andanzas todos los días, hasta la cruz parroquial que cierra la comitiva indicando procedencia a la par que respeto.

Cruces de la Semana Santa. Cruces ennoblecidas abriendo el trazo nazareno de la procesión, en las medallas que cuelgan sobre nuestros pechos, en los escapularios que narran títulos añejos, en los remates de bastones y de insignias, en pinturas de estandartes y cartelas y capillas de tronos. Cruces toscas en los hombros de los penitentes, muestras de la piedad de una promesa o de un débito o de una simple esperanza. Cruces que preceden a la gran cruz que carga el Señor o de la que pende su cuerpo yerto. Cruces todas, en suma, que abren con surcos de dolor y de muerte el camino vivificador de la cosecha de la resurrección. Cruces en la calle, por la calle y para la calle, cruces de Semana Santa, pensadas, creadas, cortadas, clavadas, desvastadas, pintadas, guarnecidas, barnizadas, festoneadas, embellecidas, recreadas, idealizadas, soñadas y hechas realidad única de multiforme apariencia, para la calle.

Una calle que, a fuer de ver pasar cruces y de hurgar en el corazón de quienes las portan, acabará por hacerse cruz aunque no comprenda ni quiera comprender el mensaje de esa alineación perfecta del stipes y el patibulum; aunque haya olvidado el sentido de ese eje de maderos y las palabras de aquella leyenda que coronaba su cruceta. La calle se hace cruz, cruz de ignorancia, de amargura y de impotencia cofrade, hora es de decirlo, ante el fracaso repetido de nuestra presencia, insuficiente para comunicar en toda su plenitud el sobrecogedor mensaje de la redención. La calle, sí, se hace cruz: cruz subconsciente a la que por la fuerza ha de extrañar un cuerpo de tronco pensado para el sacrificio, cruz que inexorablemente ha de chocar de manera radical con una calle, con un mundo, que del esfuerzo y del trabajo honrado ha hecho anatemas para contraponerlos a ídolos tan fatales como el dinero, el poder y el simple placer por el placer. Cruz existente e ignota en una sociedad esclava del lujo, del consumo desenfrenado, de la soberbia y de la prisa. Cruz apartada de la vista por sana en su desnudez y en su verdad molesta para unos hombres volcados en la chanza y en la risa hipócrita y maledicente que carece de auténtica alegría.

La calle se hace cruz, cruz incomprendida e inaprensible, cruz cuya medida y esencia no acabamos nosotros de explicar bien a quienes nos miran; cruz de la ilusión cofrade frustrada en la madrugada ante una humanidad del orbe ajena al drama del Gólgota y al Hombre-Dios que desde lo alto del madero reina. Cruz terrible la nuestra; cruz perenne, mas no inútil; cruz pesada, pero no imposible de cargar; cruz dura y seca, mas no estéril; cruz larga y ancha y gruesa, la nuestra, pero, también es hora de decirlo, dulce: dulcísima en su tacto y en su existencia porque de ella pende y en ella habita Jesús Nazareno.

Un Jesús Nazareno al que el cofrade descubre por completo cuando se fija en los ojos suplicantes y lacerados de ese Cristo azotado y atado a una columna que forman cruz, sí, con los borbotones ensangrentados que surca su frente rasgada y ofendida. Un Jesús cuyas manos, prisioneras del esparto hecho soga, forman también una cruz de miedos y quebrantos. Los quebrantos que supone cargar con un madero y llevarlo, a rastras, hasta la cumbre de un monte y el cénit de la Historia para convertirlo allí, mediante la muerte suprema, en el árbol de la vida.
Y ello pese a que, previamente, en el camino crudo de guijarros e hieles, Jesús haya encontrado a las Santas Mujeres para en su Salutación consolarlas en su llanto ofreciéndoles la Esperanza en su Gran Amor. Sólo de esa esperanza que corona en ráfaga de luz los ángulos de la cruz podía brotar el Perdón. Un Perdón ganado a fuerza de esfuerzo y sacrificio, zancada a zancada, en el tránsito de una morada Pasión que acabará por desembocar en una Agonía que no es más leve ni menos cruel porque las puertas del Cielo, templo verdadero de Dios, se abran para acoger las caídas de un Jesús que tropieza en sus Pasos en el Monte Calvario. Que las Penas de Cristo eran tan enormes, tan graves y tan profundas que hubo que elevarlas en Exaltación para que el orbe todo las contemplara pese a la ceguera de aquellos que burlas de las Ánimas. Difícil, más factible sólo para un Jesús Nazareno Rico en paciencia, abrir los ojos de quienes no quieren ver y liberar de las cadenas pecaminosas la virtud de los hombres aún a costa de pagar el alto precio de su Sangre; Sangre derramada hasta la Expiración eterna por repetida en la consumación eucarística del vino que colma el cáliz salvífico por la mano de ese Jesús Nazareno vendimiador de corazones, el Cual no perdió la memoria de los pecadores pese a que éstos mutilaran su cuerpo sumiéndolo en el olvido y deseando borrar toda huella de su presencia. Hace falta poseer Misericordia inmensa para asumir tanto dolor y saber morir por caridad en ejemplar Buena Muerte y saber morir, Milagro de Dios, bendiciendo antes, en medio de la cruz que forman las cuatro calles de una plaza, a los autores del crimen, que no por cofrades ni arrobados ante la majestad del Dulce Nombre de su Paso somos los malagueños menos culpables del drama padecido por el Salvador.
Ni Descendido de la cruz, tuvo reposo Jesús, porque tres días le quedaban a Dios para consumar del todo nuestra Redención ganada con cinco llagas que abrió el Amor para logar el Perdón de una Nueva Málaga y un nuevo hombre que nacería, por fin, de la Resurrección. Una Resurrección protagonizada por un Jesús que, no lo olvidemos, erguido sobre su sepulcro, todavía abraza sobre la quilla maltrecha de su pecho revivido una cruz: la cruz de nuestros pecados, la cruz de la redención; la misma cruz que cobijara bajo su sombra inerme los Dolores, el Mayor Dolor, la Soledad envuelta en amargura quebrantada de una Madre, María, que derrama sobre nosotros tantos Favores como Lágrimas le arrancara aquella cruz un día, el día más triste de su vida.

La vida…
La cruz y su sombra de gris ceniza, como un presagio siempre presente, centraba la vida de María. María asumió mientras veía crecer su tronco en los bosques de Judea, y mientras un Jesús, niño todavía, correteaba juguetón entre las zarzas y las flores intentando averiguar, sin querer, cuál de aquellos árboles se tornaría en su trono y cuál de aquellas zarzas coronaría su frente.
Y es que la vida, la de Jesús y la del árbol de su cruz también, la vida nace, crece y muere. Y la vida, sí, la vida que nos vino dada del Padre, esta vida nuestra, ¿ha encontrado ya el arbusto de su cruz? ¿Acaso la busca? ¿Quizás lo evita? ¿Quizás lo ignora?...

Hay una cruz verdadera para cada hombre, una cruz más verdadera aún en su profundidad y largueza de destino que ésa que vosotros, cofrades fusionados, procesionáis en la tarde del Miércoles Santo como el relicario de vuestra fe y el arca de la nueva alianza.
Hay una cruz, oculta a los ojos ajenos, que nos espera a cada uno; una cruz tan de verdad como esa verde y negra, Veracruz por los siglos de los siglos, que recoge los brazos de un Cristo antiguo y rescatado del olvido.
Hay una cruz para cada uno, sí, una cruz que esconde el Reino de la Paz en su vértice pese a la sequedad y dureza de sus brazos. Una cruz que no se adorna en patio alguno con fiestas ni mantones, que no goza de trono ni otros hombres que lo porten más que uno mismo; una cruz real, auténtica y genuina para cada cual, a medida, sin trampa ni demora ni excusa alguna. Una cruz de cuyos clavos pende nuestra propia salvación y una cruz que no admite componendas ni enjuagues ni aligeramientos de peso; una cruz que, al fin y a la postre, nos aguarda, tiempo al tiempo, para coronar, como quedó dicho, nuestra última morada.
De la búsqueda y el encuentro que con su cruz tenga o quiera dejar de tener cada uno en su intimidad depende cuál y cómo sea aquella última morada en su desenlace.

Cristo, Dios mismo hecho hombre, nos espera en el Calvario porque como narraba San Juan “con Él fueron crucificados otros dos; uno a cada lado y Jesús en medio”.
Cristo, que subió al Gólgota cargando con su cruz para morir en ella y redimirnos del pecado, nos espera al fin de los tiempos, al final del tiempo de cada uno, en esa cima del Calvario. De qué lado sea clavada nuestra cruz únicamente depende de la opción que cada cual elija al cargar con ella por los montes de la vida.
Dos sendas hay: la ancha, llana y fácil que conduce al olvido y la estrecha, plena de guijarros sembrados por el desamor y la incomprensión, que desemboca en la misericordia de Dios.

Nadie puede evitar elegir uno de esos dos caminos como nadie logrará tampoco nunca eludir su particular cruz. Una cruz que acabará clavada en el Calvario, un cruz semejante a la Veracruz de Cristo de la cual podemos tirar, como viles sayones, para levantar en ella a Jesús o cuyo larguero podemos tomar, como renovados cirineos, para que su peso no derrumbe al Salvador en una cuarta caída.

En el Calvario, demos tiempo al tiempo, es el propio Cristo quien nos aguarda. Con Él podemos expirar a su derecha o a su izquierda. De la una se halla el perdón y la conmiseración de un Dios Padre reconocedor de sus hijos; de la otra, el olvido de un Dios justo que ha de calibrar a cada cual con la misma vara con la que midió éste a sus hermanos.
Cuáles sean el tamaño, la dureza o la flexibilidad de esa vara que ha de medirnos y a qué lado decline la mirada del Salvador sobre nosotros al fin de los siglos sólo depende de que hoy, en este instante de nuestra vida, ahora mismo y en el futuro, nazarenos, amigos y hermanos todos, cada uno seamos capaces de buscar, encontrar y reconocer la Veracruz de Cristo. Esa cruz remedada en nuestras calles; esa cruz de mil formas y materiales realizada; esa cruz que inunda nuestras cofradías y sus procesiones; esa cruz que tornó de patíbulo en palma de gloria; esa cruz cuya huella hemos de encontrar en suma.
Que cada cual mire en sus hombros si el peso de la cruz le dejó marcas. Que cada cual hurgue en su corazón para averiguar si la cruz habita en él. Que cada uno sea consciente de su destino en libertad y en conocimiento porque la cruz sí, nos pesa y nos carga, pero sólo la cruz no nos miente ni nos confunde porque la cruz, esa cruz nuestra que talló el Creador para cada uno de nosotros, es el reflejo del trono desde el que Jesús Nazareno reina: la Veracruz de siempre, la Veracruz eterna, la Veracruz de Cristo Nuestro Señor.

Muchas gracias.

martes, 20 de enero de 2009

Calendario Cuaresma y actos anuales

Se ha actualizado el calendario de actos religiosos y culturales de la Cofradía, así como la entrega de túnicas y tallaje. Lo tenéis al final del blog.

lunes, 12 de enero de 2009

XVI EXALTACIÓN A LA CRUZ (Por José Espejo)


Oh Cruz fiel tú eres entre todos los árboles el más ilustre.

Según un antigua leyenda cristiana, la cruz de Cristo fué hecha con el árbol de la vida que se encontraba en el paraíso.

Adán siendo ya muy anciano, siente que su muerte está cerca. Envía a su hijo Set a pedirle el óleo de misericordia al arcángel que guarda la puerta del Edén. Este le aconseja que eche tres miradas al jardín del Edén. Y Set ve entonces un estanque del que manan cuatro ríos, una serpiente enrollada alrededor de un tronco seco, y un árbol que se eleva hasta el cielo, cuyas raíces penetran hasta los infiernos y en cuya copa se encuentra un niño recién nacido: esa visión anuncia la venida del salvador. El arcángel entrega a Set tres semillas de los frutos del árbol fatídico del que comieron sus padres y le dice que las ponga en la boca de Adán, que morirá tres días después.

Adán al enterarse de esto ríe por primera vez, pues ha comprendido que la humanidad que lleva el peso de su falta será un día rescatada.

De las tres semillas de su boca, en su tumba, nacen tres árboles que no dejan de crecer hasta Moisés. Éste, sabedor de su origen los trasplanta al monte Tabor, y desde aquí David los llevará a Jerusalén, allí se unen formando un árbol de cuya madera se hará la cruz.

Oh Cruz, de noble madera, de la madera del árbol plantado un día en el Edén.

¿Quién te iba a decir árbol de tronco rugoso, que tu madera y tus astillas creadas por la mano de tu Hacedor tendrían que soportar su peso en tan duros y amargos momentos.?

¿Quién te iba a decir que pasarías a la historia como el símbolo fiel y leal de la salvación humana.?

El te dio la grandeza, Él te dio el símbolo, Él te dio la imagen, pero no olvides tus orígenes, sencillos y milagrosos, como todo acto de la naturaleza presidida por mi Dios, desde el nacimiento de tu semilla, pasando por ese tronco reverdecido y pequeño que crece y se convierte en el árbol elegido entre los demás para tan honorable y amarga misión.

Oh Cruz. Árbol de ramas eternas y raíces milenarias

Árbol de brazos infinitos que rodeas al mundo.

Árbol de oscura corteza y verde corazón, que ahuyentaste la muerte y nos diste la vida

Árbol que nos enseñas el camino más corto que lleva a la gloria....

Oh Cruz. Árbol que fuiste altar del sacrificio de tu Dios

Árbol cuyo fruto es el amor, que colgado de tus ramas, se vierte en vida y en esperanza sobre nosotros.

Árbol de dolor, árbol de pena, árbol de alegría, árbol de gloria. ¡Que bello es tu tronco, tu flor y tu fruto.!

Nadie como tú ha visto su sufrimiento.

Nadie como tú ha visto tanta injusticia, tanta vileza, tanta miseria humana.

Nadie como tú ha visto tanto angustia, tanta ingratitud y tanta cobardía.

Nadie como tú llegó a ver nuestra cara de infames sayones desde la altura.

Nadie como tú conoció el color y el sabor de su Sangre derramada.

Nadie como tú ha escuchado su voz rezando por nosotros al Padre.

Nadie como tú ha visto tanto amor.

El penetrante hierro de unos clavos unieron a tu Dios con la historia humana.

A pesar del amor dejado por Cristo en tí. ¡Cuánto nos dueles, Oh Cruz fiel.!

A ti madera rugosa, a ti madera entre las maderas, a ti árbol del amor, a ti símbolo, a tí perdón de los mortales, a ti vida, a ti estandarte de la salvación, a Tí me dirijo hoy ante mis hermanos.

Ilmo Señor Dean, Sr Presidente de la Agrupación, Querido Hermano Mayor de mi Cofradía, Sra Pregonera de la Santa Vera+Cruz, Hermanos y amigos de las Reales Cofradías Fusionadas. Señoras y Señores.

Gracias, Paloma, por esas bellas palabras inmerecidas que han demostrado, una vez más, la gran generosidad de tu corazón y la grandeza de tu alma polliníca.

Sólo el amor a mi cofradía ha logrado atarme a la dura madera de este atril en este día apacible del inicio del mes de mayo.

Por esta tribuna han pasado oradores y hermanos de una calidad inmensa. Ni que decir tiene que no podré igualar de los pregoneros que fueron y que me precedieron en este dulce y querido pregón su verbo vibrante, cálido, su bien decir y su soltura.

Hazañas y glorias no tengo. De lo único que me puedo gloriar es de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, como dice San Pablo.

Tras una primera noche de sobresaltos, dudas y cavilaciones ante la obligación contraida decidí seguir el camino que la mano invisible de Dios ha marcado a la humanidad, y que nos ha dejado sus huellas en la historia salvífica del Hombre.

Os invito a acompañarme y recorrer el lento camino de la historia humana.

Haremos un breve recorrido por la Historia de la Salvación, y a continuación veremos los significados de la palabra Cruz en el Nuevo Testamento.

Llegados a este punto recordaremos un poco de la historia de nuestra Cofradía y de Cofradía de la Santa Vera+Cruz.

Finalmente acompañaremos al SANTÍSIMO CRISTO DE LA VERA+ CRUZ en su salida del Viernes Santo.

Andemos el camino.

Después de creado el Sol, las estrellas y los animales que pueblan la tierra en el sexto día de la creación Dios creó al hombre a su imagen y semejanza.

Fué plantado por Dios un jardín en Edén, al oriente, y allí puso el Creador al hombre y a la mujer, diciéndole al hombre:

"De todos los árboles del paraíso puedes comer pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás".

Pero la serpiente, la más astuta de las bestias del campo, engañó a Eva, que comió la fruta del árbol del bien y del mal. Eva se la dió a comer a Adán.

Dejando a un lado la belleza de la narración, ciertamente encantadora, nuestros padres desobedecieron a Dios y fueron expulsados del Edén.

Aquí empieza el lento caminar humano, conocedor ya del bien y del mal.

Dios, no obstante, los siguió amando y al expulsarlos dijo "Que la descendencia de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente ".

1ª PROMESA

Pasaron milenios y siglos y los hombres se olvidaron de Dios, solamente algunos conservaban en su corazón el amor a Dios y eran justos y buenos.

Entre ellos estaba Noé, que fué salvado del Diluvio. Noé alzó un altar a Dios y ofreció un holocausto. Dios le prometió que ya no habría más diluvios diciendo "pongo mi arco en las nubes en señal de pacto con vosotros y con todo viviente".

2ª PROMESA

Pasarán ahora siglos y años hasta que la descendencia de Noé engendre al patriarca Abraham, que emigró hacia CANAAN

Dios habló a Abraham diciéndole "Levántate y ponte en camino hacia la tierra que te indicaré, yo te haré un gran pueblo, te bendeciré y engrandeceré tu nombre".

3ª PROMESA

En Abraham se reproducen las promesas de Dios a los hombres, por su fidelidad al pedirle el sacrificio de su único hijo Isaac.

Empieza a nacer un pueblo elegido por Dios para guardar en su corazón los mandamientos del Altísimo.

Isaac, Jacob, José, Moisés son los hitos marcados en el camino de la Salvación humana. Ya existe un pueblo portador de las promesas de Dios, "porque Israel es mi hijo, mi primogénito" se lee en Éxodo 4,22

Un pueblo que va a sufrir tribulaciones y castigos a causa de infidelidades, pero que sigue siendo depositario de la alianza hecha por Dios a Noé y a sus descendientes

Las advertencias y enseñanzas recibidas de los profetas enviados para guiarles van conformando las costumbres, la vida y los escritos de este pueblo de Dios.

La venida de un Salvador de este pueblo, muchas veces oprimido, empieza a profetizarse 800 años antes de su llegada.

"El cetro no será quitado de Judá hasta que venga el que ha de ser enviado y este será la esperanza de las naciones" dice Jacob moribundo al despedirse de Judá.

Los profetas concretan, pues, la estirpe, el lugar de nacimiento, circunstancias, y que nacerá de Madre Virgen. Que sufrirá y morirá y DESPUÉS REINARA.

Miqueas (5,2) escribe que nacerá en Belén. (735-726)
Oseas (11,1) dice que huirá a Egipto (746-737)
Jeremías (31,15) predice la degollación de los Inocentes, (32,6), el Campo del Alfarero (609-598)
Isaías (7,14) que nacerá de virgen, (40,3), habla del Bautista, (9,1) que vivirá en Cafarnaún, (11,1), su vida en Nazaret y (53,4) que hará curaciones, su muerte y crucifixión (730-736)
Malaquías (3,1) predice la anunciación del Bautista y que vendrá antes de la segunda destrucción del templo.
Zacarías (9,9) nos habla de su entrada en Jerusalén (11,1), la venta por treinta monedas y (13,7) el abandono de sus discípulos
Ageo (2,8) predice su ida al templo

Israel es la vía que canaliza los designios salvadores de Dios en la historia para llegar a la plena manifestación de los tiempos mesiánicos, inaugurados con el hecho más trascendental de la historia: La encarnación del Verbo

Llegada la plenitud de los tiempos, El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

El universo se desbordó de alegría y en una humilde aldea de Judá, nace un Niño en un pesebre, más hermoso que el Sol bello, cuyos afortunados padres pudieron contemplar los cánticos de los ángeles y la adoración de los pastores. Hace ya 1998 años

Todos los años, los hombres de buena voluntad recordamos este hecho con inmensa alegría.

33 años más tarde, un 3 de abril posiblemente, fué AZOTADO Y CRUCIFICADO, como un malhechor, cuando en su vida terrenal sólo hizo el bien, en una cruz levantada en un monte llamado Calvario a las afueras de Jerusalén.

Los presentes pudieron contemplar la mayor injusticia que ha existido, y hasta el Sol ocultó su rostro desde las 5 horas 44 min hasta las 6 horas 37 min de la tarde para no ver la muerte de su Creador, según los astrónomos.

Su imagen quedó grabada en una Sabana mortuoria y por ella sabemos que medía 1.81 metros.

Sus verdugos le golpearon en la nariz, en la mejilla derecha y en el pómulo izquierdo.

Llagas en sus pies, en su costado derecho, de 4 x 4 cms, contusión en su espalda a causa del peso de la cruz y 80 heridas causadas por los azotes del fragelo.

Su hombro derecho quedó más bajo que el izquierdo, bajo el peso de la Cruz, durante su viaje al Calvario.

Sus dedos pulgares quedaron doblados hacia dentro de sus palmas a causa del roce de los clavos que taladraron sus muñecas con el nervio volare.

De las heridas de sus manos salió un regatillo de sangre que llegó hasta su codo.

Fué estirado sobre la cruz y clavado y siendo su peso de unos 83 kilos soportó durante 3 horas como si una pesa de 100 kgs le tirara de cada brazo.

Sus sufrimientos fueron atroces, su pecho buscó en vano el aire, su corazón se contrajó, su rostro se crispó, Violentos espasmos, sobresaltos y contorsiones deformaron los rasgos y lineas de su cuerpo.

La crucifixión, signo de la maldición divina, era infamante. "Maldito el que es colgado del madero" se lee en el Deuteronomio.(XXI,23)

San Pablo lo recuerda a los Gálatas " Cristo nos redimió haciéndose por nosotros maldición". (III,13)

Los seguidores de Jesús, entre los que nos encontramos, han llenado el mundo, pero su doctrina es tan difícil de entender como fácil de comprender si se practica.

Pero reflexionemos un poco sobre su vida.

Nace en Belén en la pobreza y el abandono.

Emigrante en Egipto, en Nazaret escasez y trabajo.

En su vida publica, fatigas, engaños, contradicciones, odios, el camino de la Cruz y la muerte.

Mi Salvador, tu Salvador, ha pasado por todas las fatigas y por muchas más por donde nosotros podamos pasar.

No hay sufrimiento en el mundo.....: Sed, golpes, burlas, traición, incompresión, crueldad, agonía, y muerte que no haya sentido Crisro.

Ese es fué su camino y su Cruz, ese es el nuestro, hacer el bien y soportarlo todo por amor a ÉL.

A esa Cruz, a ese madero nos entregamos para nuestra salvación. Floreceremos con sus hojas y sus flores. Sacia nuestra hambre con el fruto del amor.

La Cruz lo lleva todo hacia un centro único. Su forma nos aclara su misterio, es lugar de reunión, recapitulación. Pero también se extiende, y es emanación, difusión del corazón hacia la periferia.

Ese árbol infinito, esa planta inmortal, hunde sus raíces en la tierra y sube a los cielos abrazando el universo.

Es el signo de la unión del cielo y la tierra

Es el lugar donde se esconde la sabiduría de Dios

Es instrumento de redención, de liberación, de victoria y de vida.

Tenemos que decir con S. Pablo "Nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles" (1 Cor 1,23)

El apóstol está convencido de que lo que salva y tiene fuerza es la Cruz, o mejor Cristo Crucificado, y no tanto la acción humana de la predicación, que si tiene fuerza alguna, es la que le da Cristo.

Dios ha elegido para salvar al hombre un nuevo camino: La predicación de la Cruz, esto es, la inútil sabiduría humana actual, la autosuficiencia humana que no conduce nada más que al "yo", es sustituida por la sencillez de la fe evangélica.

Treinta y una vez se habla de la Cruz en el Nuevo Testamento

Su sentido es el de objeto, el de camino, el de sacrificio llevado con alegría.

Los caminos de Dios están tan lejos de nuestros caminos como el cielo y la tierra.

Camino de negación de uno mismo.
Camino de amor por los demás.
Camino de renuncias.
Camino de gloria lleno de espinas.

La cruz es, pues, sabiduría, camino, guía, puerto, ancla.

En Mayo va a florecer, perdón, ha florecido y se nos ha convertido en la escala de Jacob por la que suben y bajan los ángeles y en cuya cima tiene su trono el Cristo de la Vera+Cruz.

HASTA AQUÍ EL BREVE RECORRIDO POR LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN

PASO A REMEMORAR AHORA ALGO DE LA RECIENTE HISTORIA DE NUESTRA COFRADÍA

Siempre recordaré, como grabado a fuego, el momento en que mi actual Hermano Mayor D. Antonio Narváez Jaime consiguió hacerme fusionado.Yo, que no creía en el mundo cofrade.

Nunca pensé que mi nueva andadura llegara a atarme con lazos invisibles pero fuertes como cadenas.

Dichosas cadenas las de un cofrade. Atado con ellas se va andando el pendiente camino que sube al cielo pisando las espinas caídas de su CRISTO.

Que no me importa clavármelas, Señor, que Tú todavía tienes muchas

Mis cadenas, repito, dichosas cadenas, son mis Titulares y mis hermanos.

Hermanos francos y recios como el acero, fusionados, mejor dicho fundidos con sus Titulares, que en sus pechos sólo hay corazón y garganta.

Corazón para amar a Dios y a sus hermanos y garganta para hablar de sus Titulares y de la Hermandad.

Hermanos trabajadores, honestos y alegres que cuando te abrazan ves en sus ojos la alegría de su corazón

No los puedo nombrar a todos, sólo nombraré a D.FRANCISCO LEÓN GROMÉ. Hombre cabal y fusionado de cuerpo entero que lleva su nobleza por bandera y su corazón por escudo, porque estoy seguro que en él nos vemos reflejados todos los demás.

Cuántas veces los he visto, como niños, llorar de alegría o buscando el amparo de mis Titulares.

Hoy ya existe también, gracias a Dios, una nueva generación de hermanos, muy preparada, que viene empujando, representados en la Juventud Cofrade de las Fusionadas y que ojalá nos pongan pronto de Consejeros.

Tengo hermanos de lágrimas, azotaos, exaltaos, de ciegos y verdes. Por fuera de colores, por dentro fusionados a más no poder. Puedo deciros que el de menos carácter es capaz de plantarle cara al lucero del alba, con eso lo digo todo.

Que vengan los sabios y que me digan el misterio que encierra el alma cofrade porque yo todavía no lo entiendo

Tengo mi explicación, que aunque pobre y sencilla la diré:" El misterio está en ese perfume de amor que exhalan tus Titulares cuando a ellos te acercas. Hacen que te sientas más cerca del cielo, más cerca de la gloria".

LA HISTORIA DE LA VERA+CRUZ EMPIEZA EN ASÍS cuando hubo en la tierra un hombre, como dice el poeta, de nombre Juan de Bernardone, que nació en el año de 1182, y que a instancias de su padre Pietro tomo el nombre de Francesco, que con el correr del tiempo sería llamado San Francisco de Asís. El fué el mejor hermano.

Estuvo en España entre 1213-1214 y pasó por SANTIAGO, BURGOS y VICH

En 1219 se fué con la Sexta Cruzada a Egipto, visitó Palestina y los Santos Lugares.

Llevó al final de sus días grabados en su cuerpo los estigmas de la Pasión del Señor.

En todas las páginas franciscanas está presente la Cruz. La Cruz de Cristo. Desde Jerusalén se extendió a todo el orbe cristiano la devoción franciscana de recorrer cada día en Jerusalén los pasos de la Pasión de Cristo.

Esto es el Vía Crucis. La devoción a la Verdadera Cruz

Los franciscanos abrieron nuevos caminos en España a la devoción y penitencia. Así nacieron las cofradías de la Vera+Cruz.

Pasan los años y en España la Reconquista de la Península va ampliando los territorios cristianos.

Málaga, conquistada el 18 de Agosto de 1487, ve coronadas sus torres y baluartes con la Cruz del Salvador, y en la procesión de la conquista se habla de un Lignum Crucis.

En los libros del Repartimiento de tierras y propiedades ya se habla en 1488 de los Frailes de la Vera+Cruz.

Años después, se funda el hospital de Santa Ana, y allí se establece la Vera+Cruz, no se sabe exactamente el año de su fundación, pero en un libro de Actas de la Hermandad, que existe en el Archivo Municipal se hace referencia a las primitivas Constituciones de abril de 1505, que prueban su organización y existencia en anteriores fechas.

Estuvo en el hospital de Santa Ana desde 1505 a 1584

Después se traslada al convento de San Francisco de San Luis el Real, y aquí permanece hasta 1835, fecha de la Exclaustración

La Hermandad gozaba de las gracias espirituales del Jubileo de la Porciúncula de San Francisco, gracias otorgadas por la Santa Sede por el inusitado Fervor Religioso alcanzado, siéndole concedidas además por aquellos años el título de Real y Pontificia Archicofradía.

El 17 de marzo de 1606 todas las cofradías de Sangre de Málaga se agruparon, quedando la Vera+Cruz por cabeza de todas y cada una.

En 1642 se constituye la Hermandad del Santo Sudario, su primera filial.

En 1644 se organiza la Hermandad de San Juan Evangelista, su agregada.

En 1647 nace la Esclavitud de Nuestra Señora de la Soledad de la Santa Vera+Cruz.

En 1659 se funda la Hermandad del Santísimo Cristo Crucificado de la Vera+Cruz que sale en la Cofradía de la Vera+Cruz y ahora se reorganiza como hermandad filial, adheriendose a la defensa del Dogma de la Inmaculada Concepción en sus Estatutos, siendo la segunda en adherirse de Málaga.

Constaba de 72 hermanos que vestían de negro, con guión de tafetán negro y verde. Salía el Jueves Santo

Esta hermandad se vuelve a reorganizar el 20 de abril de 1722.

El 26 de junio de 1761 se traslada su titular a la capilla de Nuestra Señora de los Ángeles.

Se tiene noticias de su existencia entre 1828 y 1834 por el Libro de Cabildos y Juntas de Gobierno.

En 1835 se traslada a la Iglesia de la Concepción donde permanece hasta 1921

El 20 de agosto de 1891 tuvo efecto la fusión de las Hermandades de Azotes y Columna, Vera+Cruz y Animas de Ciegos.

Al año siguiente se realiza la fusión con La Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Exaltación.

En 1921 pasa a la parroquia de San Juan, actual residencia.

Y YA ESTAMOS EN 1992

Fué entonces cuando a este nazareno le llevaron a una desvencijada sala de juntas, en donde se reunían los hermanos. No había ni capirotes ni medios para volver a procesionar el Cristo de la Vera+Cruz. Me ofrecí a ayudarles pero aquel año no pudimos salir.

Sin embargo se formó una comisión para sacarlo al año siguiente

Éramos el último retoño verde del tronco intacto de la Archicofradía de la Vera+Cruz.

ANTONIO, ANDRÉS, JUAN MANUEL, MANOLO, PACO, JESUS Y OTROS componían una avanzadilla llena de espíritu franciscano.

Buscando aquí y allá, registrando nuestros bolsillos y los de nuestros hermanos conseguimos salir.

Preparativos, ceremonias, ritos, cantos y esperanza se repartieron nuestro tiempo de ese año guiados de la mano de D. Antonio Domínguez.

Siempre recordaré el apoyo de nuestro Deán en la preparación de los cantos y la sugerencia hecha a D. José María Eguara para poder intercalar dentro del Miserere la estrofa de las Lamentaciones de Jeremías

Jerusalem, Jerusalem convertere ad Dominum Deum tuum
Jerusalén, Jerusalén conviértete a tu Señor, vuélvete a tu Señor.

Don José María con gran sentido pastoral la aprobó de inmediato.

Nuestra intención fué dar, con este grito del Profeta, un fuerte aldabonazo final en la conversión de todos nosotros.

Es urgente, conviértete a tu Dios. Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, no esperes, como dice el Eclesiastés, a que tus ojos no vean y tus oídos no oigan el canto de los pájaros. Acuérdate de tu Creador antes de que florezca el almendro en tu cabeza.

Varios han sido los mayordomos de esta época

Unos están en el cielo, vestidos de verde, adorando al Cristo de rostro sereno, el Cristo de la Vera+Cruz.

Otros nos acompañan y nos ayudan en el afán de cada día.

El primer mayordomo de la nueva era fué D. Francisco Laraño Martín que se vistió de verde horas antes de su subida al cielo.

Vaya también nuestro recuerdo más sincero a nuestro pequeño gran mayordomo D. Juan Manuel Mesa Carpintero. Su alma y su devoción al Cristo de la Vera+Cruz eran tan grandes como su corazón.

Amigo siempre dispuesto a ayudarnos a llevar nuestra propia cruz además de la suya. Su pérdida irreparable nos ha dejado huérfanos de por vida.

Cada uno de nosotros tiene su mayordomo preferido. El mío es y será D. Andrés Torres Peña, tranquilo y pacifico que sólo se pone nervioso en Semana Santa y que entonces hay que decirle: "Sí, mi mayordomo." ¡Cuanta amistad, cuanta alegría, cuanta esperanza depositada a los pies del que nos unió, Verdad Manolo, verdad Andrés!.

Andrés y yo compartimos mayordomo en la persona de D. Antonio Domínguez, que es el cristiano cofrade completo que sólo oye a Dios y a las campanas de nuestros Titulares.

Hemos andado durante seis años, acompañados del Señor, el Vía Crucis de la vida, no ha sido fácil, pero con Él se hace corto y ameno el camino, porque su palabra es viva y eficaz y penetra hasta el fondo del corazón como dice la Escritura.

Y como estos años atrás cuando en la oscuridad de la noche otras cofradías acababan o estaban a punto de recogerse y sus olores aun flotaban en el aire de la madrugada del Viernes Santo. Empezaron a verse por Málaga unos nazarenos vestidos de negro y verde con la Cruz de Malta en su capirote que iban hacia su casa hermandad.

Nervios, tensión, susurros, reparto de velas, orden, alguna que otra carrera y oscuridad...,

De repente, en la oscuridad y en silencio los sigilosos nazarenos, se acercan hasta el altar donde besan y adoran uno tras otro, una cruz, LA AUTENTICA CRUZ, LA VERA+CRUZ, LA CRUZ DEL SALVADOR.

Tras esta adoración, rompiendo el silencio de la noche, se oye una voz, la del Hermano Mayor que reza la primera estación de un Vía Crucis y el susurro de un Padre Nuestro rezado por todos los hermanos.

Tras el portón de la Iglesia de San Juan aparece la Cruz Guía de mi Cofradía, la cruz que me lleva y que me trae, la que me orienta también en la vida y por la que hoy, como he dicho antes estoy aquí.

El aire mece ese paño de lágrimas grande que lleva como sudario la Cruz y empiezan a oírse los primeros siseos de la gente pidiendo silencio y respeto para la Cruz que será el antecedente de Aquel que viene, mi Cristo, el Cristo de la Vera+Cruz.

Ese que parece tan pobre y tan sencillo que casi no lleva adornos ni florituras. y que lo único que le acompaña en su trono son unos cirios y una calavera, perdón, me equivoco, sí que va adornado, pero con algo que no se ve y son todos los corazones de sus hijos que le acompañan, chicos y grandes, unos rezando sus plegarias, otros de promesa, otros viéndole pasar, muchos trabajando todo el año para esta madrugada y algunos, los menos,. desde el cielo que para eso Tú, Señor, quisiste tenerlos cerca y les llamaste.

Un redoble de tambor sombrío y triste llora la muerte de mi Cristo mientras que una campanilla anuncia discre-tamente el lento paso del Lignum Crucis y de la procesión entre los callejones oscuros del barrio de San Juan y las calles de mi ciudad, que aún no ha despertado.

Los hermanos vamos rezando y caminando hacia la Catedral, con la mayoría de las velas apagadas por el aire, en señal de duelo y de dolor por su muerte, perdidos entre las tinieblas sin Él.

Cerca de mí un hermano lector va leyendo los salmos que me recuerdan la pena y el dolor de su muerte.

Ahora comprendo el color de mi túnica: el Color negro del luto, del luto que llevo por Él y del luto que siento en mi corazón al recordar el año que ha pasado desde que me ví en los mismos pasos y ver que he vuelto a fallar en las promesas que le hice y también al comprobar que todas aquellas buenas intenciones que me propuse a mi mismo han vuelto a caer en saco roto y quedaron en eso: sólo en buenas intenciones.

Por eso ahora camino apenado con él, avergonzado de haberle vuelto a fallar cuando le había jurado y perjurado que ésta iba a ser la última vez que le fallaría. Si giro la cabeza puedo verle, pero soy incapaz de mirar a Aquel que lo ha vuelto a dar todo por mí y al que yo no he sido capaz ni de cumplir mi palabra.

Y ahora quiero y deseo que me vuelva a perdonar...

El silencio me rodea, sólo roto por los rezos que me hacen ver que mis hermanos cofrades también van apenados. Veo alguno descalzo y también rosarios ... todos tenemos algo.

A veces, un parón en nuestro recorrido, el esparto y el capirote, me hacen recordar el sufrimiento en la Cruz de nuestro Padre y el sacrificio de su propio cuerpo.

Pero seguimos andando, con paso lento, casi cansino. Las sombras nazarenas se agrandan en las paredes de las calles de mi ciudad y los tambores del trono, roncos de llanto, están a punto de callar cuando....

Se van abriendo pausadamente las puertas de la Santa Iglesia y la cruz guía dibuja su silueta en el amanecer.

Con paso seguro se introduce en el templo y camina tras el altar Mayor, el silencio se acentúa y recorre el alma de cada hermano nazareno.

Ya va entrando la imagen de Nuestro Cristo de la Vera+Cruz,

La campana del trono resuena a la entrada de la Catedral, ahora sí que no puedo reprimirme y aunque no debo salirme del orden de la procesión me giro para verle. Allí está: la silueta de la Cruz con su cuerpo clavado se ve a contraluz en el arco de la puerta.

Su visión me hace reflexionar sobre la vida y la muerte, la cara y la cruz, la luz y la sombra, lo negro..y lo verde, el luto y la esperanza de vida. ¡Eso es! mi Cristo es verde, El es la esperanza... ahora empiezo a comprender.

Los hermanos portadores avanzan lentamente y de unos labios sale la oración más corta y más sobrecogedora jamás oída.

KYRIE ELEISON
SEÑOR TEN PIEDAD

que unos monjes castellanos allá por el siglo XII en arrebato de amor y de súplica lograron dejar escrita.

Es el ruego más largo y más humilde que jamás haya escuchado y que una garganta puede emitir.

Cada vez que lo oigo me vienen a la memoria las palabras del salmista cuando dice "Tu eres mi DIOS y a ti solo adoraré".

Señor, después de abandonarte a la muerte, ahora me siento solo, sólo te pido que tengas piedad de mí.

La voz del Maestro de Ceremonias indica las nuevas estaciones del Vía Crucis leídas por mis hermanos y con él el Vía Crucis de cada uno, ese de todos los días que sólo conoce la propia persona.

Cuando creo que estoy a punto de sucumbir en mi propio dolor resuenan las notas del Stabat Mater y la imagen de Ntra Sra del Mayor Dolor se me representa al pie de esa cruz que yo he preparado para su Hijo. Me doy cuenta de que mi sufrimiento es una nimiedad ante el de ella, su Madre. que le siguió en el Calvario y sintió en sus carnes el dolor de su Hijo ¡Oh Madre mía cuantas veces me has consolado el alma, mientras que yo no valgo ni para secarte una de tus lágrimas!.

Ahora el lector dice unas palabras dulces y extrañas

Oh cruz fiel, tú eres entre todos los arboles el más ilustre, Ningún bosque ha producido otro semejante en la hoja, en la flor y en fruto. Dulce leño, que con dulces clavos sostienes dulce peso.

¿Qué palabras son estas que alaban el instrumento del martirio, su nacimiento, su hoja, su flor y su fruto.? No puede ser

¿ y dulces clavos.? ¡Que barbaridad.! Señor no entiendo nada y quisiera ver

De estación en estación, de sobresalto en sobresalto voy viendo la magnitud de mis pecados y la grandeza de tu amor, Dios mío.

La procesión se mueve dolorosamente y a mi Jesús crucificado se le va yendo la vida.

¡Esto así no puede ser!. Señor clávame junto a ti para reparar mis pecados, que ya no quiero alejarme jamás de ti.....

Una corriente de aire fresco ha aparecido y cruza veloz las columnas del templo y una oración de esperanza suena a lo lejos.

Ubi caritas et amor
Deus ibi est.
Donde hay caridad y amor allí esta Dios

Los nazarenos han encontrado la Luz. Más brillante que el Sol y más hermosa que la de las estrellas del cielo.
Las personas que nos ha seguido en la Catedral para ver pasar la procesión y rezar con nosotros se arrodillan.

Son los instantes más hermosos y más bellos de mi cofradía y se produce con la genuflexión de todos mis hermanos ante el sagrario abierto y vacío del monumento al AMOR.

La procesión se ha detenido y los incrédulos ojos nazarenos fijan su mirada en el Pan Vivo bajado del Cielo. La Eucaristía. Ahí esta el Amor.

¡Ahora te entiendo Señor!. Tú nos redimistes con el sufrimiento, con tú cruz, por amor hacia todos nosotros.

Nazareno fusionado arrodíllate, adórale, cántale, rézale o llora en silencio

Arrodíllate nazareno ante el Amor de los Amores
Arrodíllate y adora a tu Dios porque es grande, porque es bueno, porque es eterna su misericordia
A Ti, Señor, levanto mis ojos y deseo alcanzar tu perdón.

¡Qué pequeño y qué feliz me siento adorando a mi Dios!. No quiero nada para mí. Quiero que todos te amen, eso sólo te pido. Tú, que lo puedes todo, hazlo Señor, porque sin Tí no se puede vivir.

Me uno con mis hermanos a las palabras del Sacerdote que dice:

Señor nuestro y Dios Nuestro
Te adoramos Señor
Aquí estamos arrodillados tus hijos fusionados para pedirte el perdón de nuestros pecados.

En este acto de adoración y amor y.......

En el suelo hincado de rodillas
Llorando con lágrimas de fuego
Con mi alma sumida en un ruego
he esperado una nueva maravilla.

La encontré, Señor, Tú me la diste
Llenaste todo mi ser de luz y de vida
Con tu perdón de amor me bendijiste
tu antigua y vieja tierra prometida.

Por fin me siento lleno de alegría
Tu misericordia ocupó mi corazón
He conseguido así llegar a tu razón
después de una larga noche fría

Dos golpes de campana resuenan en el templo y todos nos levantamos del suelo con más gozo y más ánimos, no sólo porque volvemos a nuestra parroquia y ya empezamos a estar cansados sino porque hemos comprendido y volvemos a creer (como cada año) de que Él resucitó para salvarnos porque Él es el Pan Vivo bajado del cielo, Nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida.

La procesión se reanuda

Salimos de la Catedral con la luz de la mañana esperándonos en la calle. La primavera nos saluda alborozada en los florecidos naranjos. Los pájaros sobrevuelan nuestras cabezas y entonan los trinos de esperanza que dentro lleva el alma. Nuestras velas van encendidas para anunciar que estamos en lo cierto: Él ha vuelto, Él es la llama de amor viva que siempre está encendida en el Sagrario, esperándonos.

El Amado del Cantar de los Cantares le dice ahora muy quedo a su amada, el alma

El nuevo amanecer traía la vida
los pájaros cantaban en la ventana
y la imagen borrada era sentida
con el triste resplandor de la mañana
¿Por qué te fuiste, dí, alma querida
tan lejos como el son de una campana
dejando aquí la tierra prometida
que esperaba florecer temprana?.
Pienso esperar otro nuevo amanecer
soñar con que regresas algún día
y darte todo lo que puedo ofrecer.
Porque quiero que sepas, amada mía,
que casi he llegado a enloquecer sin ti,
durante esta larga noche fría.

En el camino de vuelta vuelvo a escuchar a los lectores que ahora rezan salmos de alegría y dan gracias a Dios.

Me doy cuenta de que me siento más ligero, como si hubiera dejado una pesada carga en la Catedral.

Repaso con mi vista la Cruz Guía y observo que el sudario con la brisa del mar que se adentra en la ciudad parece una bandera, una bandera alegre que nos vuelve a casa por el camino cierto y es que tras la tempestad del alma hemos llegado otra vez a buen puerto, aquel donde reina la calma, porque reina la luz.....

Esa luz que llevo encendida en mi vela y en el alma a la cual protejo con mi mano contra viento y marea para que no se me apague otra vez.

Esta vez sí que voy a cumplir lo prometido por eso ahora puedo volverme a mirarle porque sé que su Misericordia es tan grande como su capacidad de perdón.

Nuestra entrada en la Iglesia de San Juan tras la alegría del camino de regreso nos hace recogernos en una última plegaria, tras la cual nos despojamos de nuestro capirote para ver la alegría que sentimos cada uno en los demás rostros y felicitarnos de que otro año hemos estado con nuestro Cristo y de que ha vuelto a producirse el milagro del amor.

El sorprendente milagro del amor
en un nuevo año ha vuelto a suceder
mi Señor con su mayor dolor
por nosotros ha querido interceder.
Por esta causa fué crucificado
con clavos, en una cruz de madera
y cada Viernes Santo es recordado
al renacer una nueva primavera.
Ante esta cruz arbórea hoy lloro
Y al Dios mío de los cielos yo le imploro
con todo mi arrepentimiento.
que perdone todos mis pecados
y aquello que le he causado
para tanto y tan grande sufrimiento.

Salí triste y afligido, salí llevando la señal de la muerte en mi alma.
Caminé lejos de Jesús de Nazaret al que entregué a la muerte
Salí de negro como los malhechores

He visto a mi Dios, He visto a Jesucristo resucitado de entre los muertos
He visto el Amor

Ha renacido en mi alma la Esperanza
La verde Esperanza
He vuelto de verde

Hermosos colores, quien iba a decirlo, El NEGRO Y EL VERDE......

He querido expresar con mis torpes palabras mi amor al Cristo de la Vera+Cruz. Mi deseo es que Vds. sean felices y para serlo, un consejo, amen al Cristo de la Vera+Cruz con toda su alma, con todo su corazón.

Mi agradecimiento a todos los que me han ayudado a preparar este pregón, a mi familia, a mis hermanos, a mis amigos y a todos los presentes por su asistencia.

Señoras y Señores, amigos todos, mi corazón se hizo un día fusionado verde para siempre y él os pide su amor y su aplauso para nuestro Cristo de la Vera+Cruz. Muchas gracias

viernes, 9 de enero de 2009

Cartel oficial de la Semana Santa 2009



Acabamos las navidades y ya estamos con el pistoletazo de salida de Cuaresma....os dejo el cartel oficial de la Semana Santa de Málaga de este año, fue presentado anoche, el autor es Armando Pareja