lunes, 22 de febrero de 2010

Sensaciones

Mañana triste. El sol hace días que no nos baña con su habitual fuente de vida. Nervios de última hora en la organización de la Función Principal de Instituto de nuestra Cofradía. A la vuelta de un servicio nuestro Hermano Mayor me comunica que me ha designado para ser el portador de nuestra reliquia más sagrada, el Lignum Crucis.
En un primer momento los nervios también se apoderan de mí, muchas enhorabuenas y sonrisas de complicidad por el acontecimiento que está a punto de suceder. Me revisten, últimos consejos sobre cómo portarla, y cuando la tomo en mis brazos, una fuerza inusual y desconocida entra en mí, me siento fuerte, y probablemente no es correcto, pero me siento poderoso porque en ese mismo instante, llevo en mis manos un trozo de la madera donde nuestro Cristo fue crucificado. En ese preciso instante me siento disfrutar de la riqueza de la vida cristiana en la intimidad con Cristo por nuestra Redención, propiciando la conjunción del corazón, de la confianza, de la gratitud, de la generosidad y de la identificación con Jesucristo. Me siento levitar, ha sido un momento indescriptible como experiencia personal de un cristiano, que además está orgulloso de serlo.

Gracias de corazón, Eduardo.

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