¿Quién te volvió loco?. ¿Qué hizo de tu vida un continuo baile con la muerte? ¿Cuál fue el origen de tu demencia exaltada, de tu altísima tensión interior? ¿Fue la visión de la lepra en el cuerpo de uno de tus amores adúlteros? ¿O fueron las cinco visiones de la Cruz?
Hablar de Ramón Llul o Raimundo Lulio es hablar de la Edad Media, la caballería y la orden franciscana. No hay capacidad para hablar de un loco de Dios, místico alucinado, y visionario en unas líneas. Uno de los autores que mejor ha meditado su figura ha sido Guillermo Pons. La Universidad de París veía llegar a un hombre inflamado en amor a Cristo, siempre en guardia contra el averroísmo y todas las desviaciones heréticas. Autor del Libro de la Orden de Caballería, fue en París donde vivió el proceso iniciado en 1307 contra los templarios. Fue el creador de un sistema de aproximación a la Verdad, para convertir a judíos y musulmanes. Su pensamiento, el lulismo, llegaría a las cortes medievales y perduraría hasta la época de Felipe II. Dejó más de doscientas obras, y sus conversaciones entre el Amigo y el Amado, iniciarían la mística española. “ Iba el Amigo como un loco por cierta ciudad, cantando de su Amado, y le preguntó la gente si había perdido el juicio. Respondió que su Amado le había robado su voluntad y que él le había entregado su entendimiento, y que por ello le había quedado sólo la memoria, con que se acordaba de su Amado”. Todos los años, el 3 de mayo, subía el obispo de Mallorca con la Vera+Cruz hasta la ermita de Randa, donde Lulio tuvo sus apariciones. Son para todos nosotros muy interesantes las palabras sobre la Cruz como árbol de la vida. “El Amado hería el corazón de su Amigo con varas de amor, para obligarlo a amar el árbol del cual coge las varas con las que hiere a sus amadores. El árbol donde él padeció oprobios, tormentos y la muerte para restaurar el amor en los amadores, a quienes había perdido por los engaños del enemigo del amor”.
Por tres veces fue a predicar al Magreb, completamente solo. Es muy probable su paso por Málaga. Se dice que una de las veces consiguió huir de Túnez en una barca, antes de que le mataran. A partir de entonces su vida fue anhelo de martirio. Lapidado en Bujía, asesinado por una turba furiosa de magrebíes en un barco, o fallecido en Mallorca a consecuencia de las heridas; las historias de su muerte se pierden en inexactitudes.
Todos los años me asomo al mediterráneo desde las atalayas de la Axarquía y las Alpujarras, siempre mirando hacia el Sur. Hoy África es el rostro de Cristo ametrallado desde Nigeria hasta Sudán. Hay otro África, el de las huellas de San Francisco hasta Egipto. Nos queda aún por descubrir el África donde las suras coránicas dicen cuarenta veces el nombre de María.
Me he acercado al mar una y otra vez, buscando el rastro de la muerte de Lulio.
He preguntado si alguien ha visto el estandarte de Cristo entre los destellos de las aguas.
He preguntado a las noches de agosto, si el albedo de las estrellas son las armaduras del Intelecto. He preguntado al sol de las últimas horas, quienes te golpearon, como fue tu muerte, donde fue tu noche de bodas con la Eternidad.
Javier Ayora.
Hablar de Ramón Llul o Raimundo Lulio es hablar de la Edad Media, la caballería y la orden franciscana. No hay capacidad para hablar de un loco de Dios, místico alucinado, y visionario en unas líneas. Uno de los autores que mejor ha meditado su figura ha sido Guillermo Pons. La Universidad de París veía llegar a un hombre inflamado en amor a Cristo, siempre en guardia contra el averroísmo y todas las desviaciones heréticas. Autor del Libro de la Orden de Caballería, fue en París donde vivió el proceso iniciado en 1307 contra los templarios. Fue el creador de un sistema de aproximación a la Verdad, para convertir a judíos y musulmanes. Su pensamiento, el lulismo, llegaría a las cortes medievales y perduraría hasta la época de Felipe II. Dejó más de doscientas obras, y sus conversaciones entre el Amigo y el Amado, iniciarían la mística española. “ Iba el Amigo como un loco por cierta ciudad, cantando de su Amado, y le preguntó la gente si había perdido el juicio. Respondió que su Amado le había robado su voluntad y que él le había entregado su entendimiento, y que por ello le había quedado sólo la memoria, con que se acordaba de su Amado”. Todos los años, el 3 de mayo, subía el obispo de Mallorca con la Vera+Cruz hasta la ermita de Randa, donde Lulio tuvo sus apariciones. Son para todos nosotros muy interesantes las palabras sobre la Cruz como árbol de la vida. “El Amado hería el corazón de su Amigo con varas de amor, para obligarlo a amar el árbol del cual coge las varas con las que hiere a sus amadores. El árbol donde él padeció oprobios, tormentos y la muerte para restaurar el amor en los amadores, a quienes había perdido por los engaños del enemigo del amor”.
Por tres veces fue a predicar al Magreb, completamente solo. Es muy probable su paso por Málaga. Se dice que una de las veces consiguió huir de Túnez en una barca, antes de que le mataran. A partir de entonces su vida fue anhelo de martirio. Lapidado en Bujía, asesinado por una turba furiosa de magrebíes en un barco, o fallecido en Mallorca a consecuencia de las heridas; las historias de su muerte se pierden en inexactitudes.
Todos los años me asomo al mediterráneo desde las atalayas de la Axarquía y las Alpujarras, siempre mirando hacia el Sur. Hoy África es el rostro de Cristo ametrallado desde Nigeria hasta Sudán. Hay otro África, el de las huellas de San Francisco hasta Egipto. Nos queda aún por descubrir el África donde las suras coránicas dicen cuarenta veces el nombre de María.
Me he acercado al mar una y otra vez, buscando el rastro de la muerte de Lulio.
He preguntado si alguien ha visto el estandarte de Cristo entre los destellos de las aguas.
He preguntado a las noches de agosto, si el albedo de las estrellas son las armaduras del Intelecto. He preguntado al sol de las últimas horas, quienes te golpearon, como fue tu muerte, donde fue tu noche de bodas con la Eternidad.
Javier Ayora.
Javier: Me has puesto en contacto con mi patria y con la fe española. No olvides que soy misionera desde hace 62 años. Y frente a la cultura de otros países, se puede uno integrar, pero no se vibra con lo que uno asumió en su infancia y su adolescencia.
ResponderEliminarTu estilo es una joyita literaria de gran colorido y luz. Historia y fe que penetran en el alma.
Gracias. Genoveva.