martes, 13 de mayo de 2008

XVIII Consideraciones en torno a la Cruz (Por D. Francisco García Mota)

XVIII EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ.

CONSIDERACIONES EN TORNO A LA CRUZ

(Hermandad Sacramental y Reales Cofradías Fusionadas)


Francisco García Mota
Deán Santa I. B. Catedral. Málaga
1 de mayo 2.000

REGNAVIT A LIGNO DEUS

Introducción.

Estaba decidido.

Jesús no rechaza la cruz.

A Jesús le repugna la muerte.

Jesús se queja y el pueblo pide perdón.

Teología de la cruz: San Pablo.
Primeros cristianos.
San Juan de la Cruz.
Moore.

Invención de la Santa Cruz.

Exaltación de la Santa Cruz.

La cruz camino de salvación.

Representación de la Cruz.

Devoción a la Santa Cruz.

Hermandades de la Vera+Cruz

“En la Cruz está la vida” (Santa Teresa de Jesús)

Nuestra Procesión del Viernes Santo.


1.- Introducción:

Querido compañero Delegado Diocesano de Cofradías.

Querido amigo Hermano Mayor de las Cofradías Fusionadas.

Querido amigo del Cristo de la Vera+Cruz.

Hermanos todos.

Para mí fue un honor que pensaras Vds., en la designación de mi persona para este PREGÓN DE LA VERA+CRUZ. Fue una sorpresa y un reto.
Nunca pensé que podría ser “pregonero”, tal como se entiende en el mundo cofrade, por mi falta de experiencia en este aspecto. Pero a la vez esta sorpresa se convirtió en reto, ya que no sé decir No y menos a este grupo de amigos de las Cofradías Fusionadas.
Por otra parte creía que, mi doble condición de Sacerdote y educador, me incapacitaban para hacer este pregón que se me pedía. Como Sacerdote estoy inclinado a plantear mis predicaciones desde un punto puramente pastoral con el fin de conseguir un acercamiento de mis oyentes al Evangelio. Desde el punto de vista de profesor, mis planteamientos han sido siempre comunicar los valores fundamentales del hombre además de los contenidos de la asignatura impartida. Plantearme un PREGÓN A LA SANTA CRUZ superaba mi preparación.
Mi devoción a la santa Cruz siempre ha sido grande. Mi familia ha conservado, generación tras generación, una reliquia de la Santa Cruz, que hoy he querido poner sobre mi pecho para que me ayude a conseguir lo que me habéis pedido. Así que, pidiendo vuestra benevolencia, y confiando en la ayuda de Dios, os ofrezco estas reflexiones sobre la Santa Cruz.

2.- Estaba decidido:

El profeta Isaías, considerado el quinto Evangelista, había anunciado el misterio de la vida del Mesías; junto a su nacimiento había vislumbrado cómo sería su muerte, que se cumpliría en Jesús.
En el Capítulo 53 (1-12) explica la razón y manera de muerte a la que sería sometido:

2. “No tenía apariencia ni presencia
(le vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos estimar.

3. Despreciable y desecho del hombre,
varón de dolores y sabedor de dolencias,
como uno ante quien se oculta el rostro,
despreciable, y no le tuvimos en cuenta.

4. ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba
y nuestros dolores los que soportaba!
Nosotros le tuvimos por azotado,
herido de Dios y humillado.

5. Él ha sido herido por nuestras rebeldías,
molido por nuestras culpas.


6. …
Y Yahvé descargó sobre él
la culpa de todos nosotros.

7. …
Por las rebeldías de su pueblo ha sido herido.

3.- Jesús no rechaza la muerte:

Jesús sabía que era voluntad del Padre el morir para salvar al hombre. Así se lo comunica a sus discípulos, aunque con el rechazo de éstos, pero siempre comunicando la esperanza de que él resucitaría.

El Evangelista Marcos lo cuenta en los capítulos del 8 al 10:

“Comenzó Jesús a enseñarles que el Hijo del Hombre tenía que sufrir mucho y que sería rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes, y por los maestros de la Ley. Les dijo que lo iban a matar, pero que resucitaría a los tres días”.

Pedro le quiere disuadir pero Jesús le reprendió diciendo:

“Apártate de mi Satanás”. (Mc 8, 31-35).

El mismo Evangelista (9, 30-37) nos presenta a Jesús planteando el mismo tema a los discípulos.

Ellos no entendían estas palabras, y tenían miedo de hacerle preguntas”.

En el cap. 10, 32-44 se reitera en el mismo mensaje:

“Como veis, ahora vamos a Jerusalén, donde el Hijo del Hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley, que le condenarán a muerte y le entregarán a los extranjeros. Se burlarán de él, le escupirán, le golpearán y le matarán; pero a los tres días resucitará”.

4.- A Jesús le repugna la muerte, pero la acepta.

Jesús ha aceptado la muerte como voluntad del Padre. Así lo expresa en distintas ocasiones:

“Siento en este momento una angustia terrible, pero ¿qué voy a decir?.
Diré: Padre, líbrame de esta angustia.
¡Si para esto he venido!.
¡Padre, glorifica tu nombre!. (Jn 12, 27-28)

Se llevó a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentirse muy afligido y angustiado. Les dijo: Siento en mi alma una tristeza de muerte”. (Mt 26, 37 y Mc 14, 33).

(Jesús) se puso a orar de rodillas diciendo: Padre, si quieres líbrarme de esta copa de amargura; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. En esto apareció un ángel del cielo, que le daba fuerzas, en medio de un gran sufrimiento, Jesús oraba aún más intensamente, y el sudor le caía al suelo como gotas de sangre” (Lc. 22, 42-44).

Sin embargo, a pesar de la aceptación de Jesús, el sufrimiento es una gran carga y por eso hace suya la queja, que es oración, del Salmo 22: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?”. (Mt 27,46; Mc. 15, 34).

Ya el salmista vislumbraba el sufrimiento que el Mesías tenía que padecer:

“Dios mío, Dios mío,
¿Por qué me has abandonado?
¿Por qué no atiendes mi lamento?...
Pero yo no soy un hombre,
soy un gusano,
¡Soy el hazmerreír de las gentes!
…Como perros, una banda de malvados
me han rodeado por completo;
me han desgarrado las manos y los pies…
se han repartido mis ropas
y sobre ella echan suerte”.

(Salmo 22, 1-18)

5.- El Señor se queja y el pueblo pide perdón.

En el Ritual de los oficios del Viernes Santo se cantaba antes y hoy se puede seguir haciendo lo que se llaman los Improperios: son las quejas del Señor a su pueblo por sus infidelidades.

Cuando hoy contemplamos la Santa Cruz, parece que resuena en nuestros oídos aquellas quejas:

Popule meus, quid feci tibi? Pueblo mío, ¿Qué te he hecho?
Aut in quo contristavi te? ¿En qué te he contristado?
Responde mihi Respóndeme.

El Señor va dando razones de su queja

Quia eduxi te de terra Egyppti: ¿Por qué te saqué de Egipto
Parati crucem Salvatori tuo? preparaste una cruz para tu salvador?

Quid altura debui facere tibi ¿Qué otra cosa debí hacer por ti
Et non feci? y no lo hice
?

Esta queja del Señor se va repitiendo reiteradamente al recordarle al pueblo toda la protección que le fue proporcionando. Esta queja se va repitiendo como un eco que se va alejando pero que deja el sinsabor por las infidelidades a Dios:

Popule meus, quid feci tibi?....

Quid ultra debui facere tibi?

El pueblo reflexiona y reconoce su pecado, pide perdón

Agios o Teos…Sanctus Deus,
Agios ischyros…Sanctus fortis
Agios athanatos…eleison imas.
Sanctus inmortalis, miserere nobis
.

El pueblo sigue pidiendo perdón, con el salmo 50

Miserere mei Deus, seundum magnam misericordiam tuam.

Misericordia, Dios mío, por tu bonodad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa,
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa.
Tengo siempre presente mi pecado;
contra Ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

Oh Dios crea en mi un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me dejes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Ahora podemos cantar con la liturgia de la iglesia:

Crucen team adoramos, Domine,
et sanctam resurrectionem team laudamus.
Ecce enim propter lignum
venit gaudium in universo mundo.

Señor, adoramos tu cruz,
y nos alegramos por tu santa resurrección.
Pues por la cruz
Vino la alegría al mundo entero.

6.- Teología de la Cruz

A los apóstoles no les fue fácil comprender el valor redentor de la cruz. Para ellos no era posible comprender que la muerte en cruz, muerte de esclavos y malhechores, tuviera el poder de redimir al hombre.

a) San Pablo es el primero que comprende el valor de la cruz y hace una verdadera teología de la cruz. En muchos pasajes de sus cartas expresa de manera clara este valor redentor.

Cristo no nos mandó a bautizar, sino a anunciar la salvación, y ello sin alarde de sabiduría, para no quitar valor a la muerte de Cristo en la cruz. El mensaje de la muerte de Cristo en la cruz parece una tontería a los que van a la destrucción, pero es poder de Dios para los que vamos a la salvación (1 Cor 1, 17-18).

En cuanto a mí, de nada quiero presumir sino de la cruz de N.S. Jesucristo. Pues por medio de la Cruz de Cristo, el mundo ha muerto para mí y yo he muerto para el mundo. (Gal 6, 14)

Cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo. (Col. 1, 20).


b) Los primeros cristianos así lo comprendieron también.

San Juan Crisóstomo, en un sermón exclama y dice:

La cruz es esperanza de los cristianos, resurrección de los muertos, guía de los ciegos, báculo de los cojos, consolación de los pobres, freno de los ricos, destrucción de los soberbios, tormento de los malos, …La cruz es padre de los huérfanos, defensión de las viudas, consiliario de los justos, descanso de los atribulados, guarde los pequeñuelos,…La cruz es pregón de los profetas, predicado de los apóstoles, gloria de los mártires, abstinencia de los monjes, castidad de las vírgenes y alegría de los sacerdotes. La cruz es fundamento de la Iglesia, destrucción de los ídolos, escándalo de los judíos, fortaleza de los flacos, medicina de los enfermos, pan de los hambrientos, fuente de los sedientos y abrigo de los desnudos.

Y San Juan Damasceno:

La cruz es nuestro escudo y nuestra arma, y nuestro trofeo contra el demonio. La cruz es la señal que tenemos para que el ángel destructor no nos toque ni entorpezca. La cruz levanta a los caídos, tiene a los que están en pie, sustenta a los flacos, rige a los pastores, es guía de los que comienzan, y perdición de los que acaban, y salud del alma y del cuerpo, destrucción de todos los males, y raíz y causa de todos los bienes, muerte del pecado y árbol de la vida y fuente de nuestra bienaventuranza.

San Andrés de Creta, obispo. También trata del mismo tema
(Breviario IV tomo, 14 Sept, lecc 2ª).

c) Los Místicos:

San Juan de la Cruz, se expresa de la siguiente manera:

Esto es, debajo del fervor del árbol de la cruz, que aquí es entendido por el manzano, donde el Hijo de Dios redimió, y consiguientemente a cada alma, dándole él gracia y prendas por ello en la cruz. Y así dice:
Allí conmigo fuiste desposada;
Allí te di la mano (Cántico 23, 3).

Porque tu “madre”, la naturaleza humana, fue violada en tus primeros padres debajo del árbol, y tu allí también debajo del árbol de la cruz fuiste reparada. De manera que si tu “madre” debajo del árbol te dio la muerte, yo debajo del árbol de la cruz te di la vida…Lo que en esta canción se contiene a la letra, dice el mismo Esposo a la esposa en los cantares:
Sub arbore malo suscitavi te
Ibi corrupta es mater tua
Ibi violata est genitrix tua (Cántico 23, 5)

d) Autores modernos:

En 1.994, Charles Moore, director del “Daily Telegraph”, convertido al catolicismo desde el anglicanismo, escribió:

No rezo mucho a la Virgen, porque en mi formación protestante ha sido un poco descuidada, y rezo también poco a Dios Padre. Cuando quiero hablar con Dios, hablo con Jesús en la cruz; no logro hacerlo con Dios porque no lo puedo imaginar….La cruz puede parecer una imagen muy dura, pero es el centro del cristianismo. Y cuando hablo de Jesús en la cruz pienso siempre que ha resucitado. Precisamente porque vivo en el mundo, me siento más cercano a la cruz, que es rostro de la máxima humanidad de Dios.

Por eso con la liturgia podemos cantar:

Crux fidelis, inter omnes Arbor una nobilis:
Nulla silva talem proferí, fronde, flore, germine:
Dulce lignum, duce clavos,
Dulce pondos sustinet.

Sola digna tu fuiste Sola tu fuiste digna
ferre mundi victimam: de recibir la Victima del mundo:
atque portum praeparare y preparar puerto seguro
arca mundo naufrago; al pobre náufrago
quam sacer cruor perunxit, rociado con la Sangre
fusas Agni corpore del divino Cordero.

Punge lingua gloriosi Lauream certáminis
et super crucis tropaheo dic triunphum nobilem:
Qualiter Redemptor orbis Immolatus vicerit.

Ecce lignum Crucis
in quo salus mundi pependit.
¡Venite adoremus!

7.- Invención de la Santa Cruz y los clavos.

Según nos cuenta la historia, Constantino, emperador de Roma, vió al mediodía, en el cielo, una cruz con la inscripción “In hoc signo vinces”.
A partir de este momento el emperador tuvo una gran devoción a la Santa Cruz. Por ello mandó: quitar el águila del guión y estandarte imperial y cambiarlo por la cruz, acuñar monedas y poner el globo del mundo culminado con la cruz en la mano derecha de todas sus estatuas. Constantino también estableció que ningún malhechor fuera desde entonces ajusticiado en cruz. Porque la cruz, de ser el más vil e ignominioso suplicio, se había convertido en gloria y corona de los reyes, y escudo y defensa de la República cristiana.
Elena, la madre de Constantito, asumió también la gran devoción a la santa cruz. Una vez terminado el Concilio niceno, fue a Jerusalén para buscar la cruz del Señor. Por unos judíos supo que la tradición era enterrar los objetos de la condena junto a los cuerpos de los ajusticiados. Por otra parte encontró que sobre el sitio en que fue enterrado Jesús se había construido un templo a Venus, para que los cristianos no pudiesen venerar aquel lugar. Elena mandó destruir este templo pagano y excavar el lugar. Allí encontró tres cruces, los clavos y el letrero que estaba en la cabecera de la cruz de Jesús pero separada de ella. Fue un momento de emoción a la vez que de desilusión. ¿Cuál de ellas era la cruz que buscaba?. Macario, patriarca de Jerusalén le insinuó que llevara algún enfermo y lo pusiese en cada una de las cruces, si sanaba en una de ellas, esa era la del Señor. Así se hizo y se descubrió la cruz bendita. Muchos otros milagros nos cuentan Rufino, Paulino, Nicéforo y otros.
Santa Elena mandó construir en aquel lugar un gran templo, donde dejó embellecida, un gran trozo de Cruz. El resto la mandó a su hijo, el Emperador, que construyó en Roma una basílica que aún lleva el nombre de Santa Cruz en Jerusalén.

(Datos tomados de la “leyenda de oro”. Año Cristiano).

De la devoción a la Santa Cruz en Jerusalén da testimonio Egeria, monja gallega que peregrinó a tierra santa, a fines del siglo IV.
Y según la tradición, como cuenta San Paulino, del pedazo de cruz que se quedó en Jerusalén, por mucho que se repartía a los peregrinos que venían a ella, nunca se disminuía ni menoscababa, antes con un perpetuo y continuo milagro siempre se hallaba tan entero, como si no se hubiese cortado nada de él. Las palabras de San Paulino son éstas.

La cruz siendo de un madero que no tiene sentido, parece que tiene una virtud viva, que de aquel tiempo acá de tal manera se deja partir para cumplir con el deseo de innumerables hombres, que no siente disminución y queda como si no la hubiesen cortado; de suerte que es divisible para aquellos a quienes se reparte y queda entera para aquellos que la adoran y veneran.

La fiesta de la Invención de la Cruz, día 3 de Mayo, ya fue muy apreciada, en el siglo IX, por los monjes y, en especial, por el celebre Alcuino de Cork, el monje que trajo Carlomagno a Aquisgrán y que consiguió lo que se ha llamado “Renacimiento carolingio”. Alcuino escribió un Oficio completo para esta fiesta pues consideraba a la Cruz instrumento de Salvación.

Después de estos relatos, de nuevo, con la liturgia podemos ir cantando:

1. Vexilla Regis prodeunt: Tremolan las banderas del rey
Fulget crucis misterium, brilla el emblema de la cruz,
qua vita mortem pertulit, en el cual la vida recibió la muerte,
et morte vital protulit. y con su muerte dio la vida.

2. Quae, vulnerata lanceae Al ser ella herida por la punta
mucrone diro, criminum de la lanza impía, para lavarnos
ut nos lavaret sordibus, de las torpezas todas de los crímenes,
manavit unda et sanguine. manó sangre con agua.

3. Arbol decora et fulgida Oh árbol bello y refulgente,
ornata Regis purpura hermoseado con la púrpura del Rey,
electa digno stipite escogido del más digno tronco
tam sancta menbra tangere para tocar los santos miembros.

4. Beata cuius brachiis Dichoso tu, de cuyos brazos,
pretium pependit saeculi hecho balanza de su propio Cuerpo,
statera facta corporis estuvo pendiente al rescate del mundo
tulitque praedam tartari y arrebató la presa al infierno.

5. O Cruz, ave, spes unica, Salve, oh Cruz, esperanza única
Hoc, passionis tempore en este santo tiempo de Pasión
piis adauge gratiam aumenta a los justos la gracia
reisque dele crimina y a los pecadores borra el pecado.


San Juan de la Cruz aplica a la Cruz el texto del Cantar de los Cantares (7, 8-9):

Tu talle se parece a la palmera,
tus pechos a los racimos.
Me dije: subiré a la plamera,
Recogeré sus frutos.
Sean tus pechos como racimos.
Me dije subiré a la palmera,
recogeré de sus frutos

8.- Exaltación de la Santa Cruz:

Cosroes, rey de Persia (590-628), tomó Jerusalén y la saqueó. Entre otros objetos preciosos, se llevó el trozo mayor de la Cruz que Santa Elena había dejado en Jerusalén. Corroes, aunque pagano, conservó, con respeto el trozo de la Santa Cruz y no permitió que se sacara del estuche en el que se guardaba. Los persas la respetaron siempre sobrecogidos de una especie de sagrado terror, pensando que el Dios Cristiano había llegado a su país.
Heraclio, emperador de Oriente (610-641), quiso liberar a los cristianos orientales del poder del rey de Persia. Emprendió una campaña hasta el interior de Persia. Derrotó a Corroes, que huyó hasta Salónica, donde su propio hijo, Sisroe, le encarceló y allí murió. Sisroe pensaba que la derrota de su padre se debía a las vejaciones causadas contra el pueblo que consideraba protegido por el verdadero Dios. Quiso hacer la paz con los romanos. El emperador Heraclio le exigió como condición la devolución de la reliquia de la Sta. Cruz. Así se consiguió. Heraclio quiso llevarla personalmente a Jerusalén. En esta ciudad, el Emperador vestido de las galas reales, quiso llevar la reliquia desde la puerta de Jerusalén hasta el Calvario, pero se vio impedido y no podía dar un paso. El Patriarca Zacarías le manifestó que este impedimento se debía a que la cruz no se podía portar con tanta riqueza. El Emperador se visitó de sayal de pobre y así pudo portar la sagrada reliquia hasta el Calvario, de donde había sido robada. Se decretó que, cada año, en ese día, el 14 de Septiembre, se celebrara la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.
Este día la Iglesia recuerda las palabras de San Pablo:
Cristo a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; Al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz” (Fil. 2, 6-8).
La misma Iglesia canta en el Prefacio de la Misa esta fiesta:
“Porque ha supuesto la salvación en el árbol de la Cruz, para que donde tuvo origen la muerte, de allí resurgiera la vida, y el que venció en un árbol, fuera en un árbol vencido”.

9.- La Cruz camino de salvación:

Sin la cruz no hubiera habido salvación.

Regnavit a ligno Deus DIOS REINÓ DESDE LA CRUZ

El Señor se valió de diversos medios para que los hombres comprendieran que sin cruz no hay salvación.

Se cuenta que una de las Sibilas lo pronosticó cuando dijo: “oh lignum felix, in quo Deus pependit” (Oh dichoso madero en el cual el mismo Dios estuvo clavado), y ordenó que los egipcios, en sus letras jeroglíficas, por la cruz significasen la salud y la vida verdadera.
Por otra parte Sócrates escribe que derribando los cristianos el templo de Zarpáis, hallaron en las piedras de los cimientos esculpida la señal de la santa cruz y que muchos gentiles se movieron a hacerse cristianos por haber contemplado este prodigio.

Justiniano escribe: “Tú fuiste crucificado, Cristo Dios nuestro, siendo una de las Personas de la Santísima Trinidad, y por la muerte has aplastado la muerte. Glorificado con el Padre y el Espíritu Santo ¡Sálvanos!.

El catecismo de la Iglesia Católica en nº 617 dice:
Sua sanctissima passione in ligno crucis nobis iustificationem meruit (Con. De Trento D. S. 1529). Subrayando el carácter único del sacrificio de Cristo como “causa de salvación eterna” (Hebreos 5, 9). Y la Iglesia venera la Cruz cantando: O cruz, ave, spes unica/ salve, oh cruz, única esperanza (del himno del Vexilla Regis).

En el nº 618 dice: Fuera de la cruz no hay otra escala por donde subir al cielo (de Sta. Rosa de Lima).

Y en el nº 550, se dice. Por la cruz de Cristo será establecido el Reino de Dios: Regnavit a ligno Deus (Dios reinó desde el madero de la cruz. Es tomado del himno de Vexilla Regis).
Cruz con Cristo crucificado:


10.- Representación de la Cruz:

Cruz sin crucifijo:


En los primeros siglos no se representa la Cruz por doble motivo: eran perseguidos los que seguían a Jesús y también por miedo a la profanación. Esto último se ve en el Palatino donde se representa a Jesús crucificado con cabeza de asno y un hombre delante de él; alrededor está escrito en griego: “Alexámenes adora a su Dios”. Por estas razones los cristianos representaban simbólicamente a Jesús crucificado. Así aparece el áncora, con un trozo transversal en anilla, o tridente, en el que se atravesado un pez (Jesús).
En la liturgia sirio-caldea se colocaba una cruz mirando hacia el oriente y se oraba mirando hacia allí. Narsai de Nisibe (año 450) habla de una cruz puesta sobre el altar durante el Santo sacrificio.
En Occidente se comenzó a utilizar la cruz en la ceremonia de procesiones estacionales. El Papa, cada región y cada Instituto tenía la suya.
Carlomagno (año 800), cuando fue coronado emperador regaló al Papa una riquísima cruz procesional con la inscripción: quam almificus Pontifex in litania praecedere constituit secundum petitionem ipsius piissimi imperatoris”.
En un fresco de la basílica de San Clemente (s. XI) representando el traslado de las reliquias del santo, vemos una procesión, en la que destaca la cruz estacional del Papa con otras tres cruces procesionales.
La Cruz procesional se descomponía en dos partes: el asta y la propia cruz, que se colocaba sobre el altar al llegar a la Iglesia.
La primera representación sobre el altar se halla en una miniatura del siglo X.
En un fresco, de la basílica de San Lorenzo, en Roma (S. XIII), se encuentra una cruz en el centro del altar entre dos candelabros.
Inocencio III (+1216), advierte “Inter dua candelabro in altare Crux collocatur media”.

Cruz con Cristo crucificado:

Al principio se veneraba sólo la cruz porque repugnaba ver a Jesucristo colgado de la cruz como un malhechor.
La cruz con el crucificado aparece por primera vez representado en un marfil de técnica robusta que se conserva en Londres.
En Santa Sabina de Roma aparece un tosco panel de la puerta de madera.
En occidente hay una reacción, por ir en contra de la herejía monofisita (Jesús sólo hombre) y aparecen los Cristos cubiertos con el “Colombium” o túnica. Así lo vemos en el crucifijo del Evangeliario Rabula, siglo VI, y en el baldaquino de San Marcos de Venecia (s. VI), donde hay una cruz con un cordero en vez de Cristo.
A partir del siglo X, el Cristo del crucifijo aparece desnudo, por exactitud histórica y por la piedad hacia Cristo “oprobium hominun et abiectio plebis”. A veces se representa en majestad (s. XI), con la cabeza erguida, con corona real, apoyando los pies en una peanilla, conforme a la frase litúrgica “Regnavit a ligno Deus”.
Desde el s. XIII, por influencia de San Francisco de Asís, prevalece el elemento doloroso y realista: Cristo representa toda la ruina de su humanidad: cabeza caída sobre el hombro, ojos cerrados, costado rasgado, los pies uno sobre otro; es un “vir dolorum” del profeta.
Es un Cristo que padece acerbamente, con terribles dolores físicos y psíquicos en su pasión y muere, abandonado de todos, en el patíbulo de los infames, de los malhechores, en una cruz.

11. Devoción a la santa Cruz

El “Ecce Lignum Crucis” penetró en la liturgia por influencia del popular relato de Rufino de Aquitania, en el siglo IV. Ya se cantaba en el siglo X en la liturgia. Se fomentó esta devoción por la explosión de fe y del recuerdo vivo de Cristo que siguieron los cruzados.
En la Liturgia romano-mozárabe (España) se adornaba la cruz en las ceremonias del Viernes Santo, según el “Liber Ordinum”, avalado por el Concilio IV de Toledo.
Por otra parte, entre los cristianos, se comenzó a utilizar la Señal de la cruz como devoción. San Cipriano recuerda lo que su maestro Tertualino declaraba: “En todos los pasos que damos, en nuestras entradas, en nuestras salidas, cuando nos calzamos, cuando nos lavamos y nos ponemos a la mesa, cuando nos sentamos y nos traen lumbre, y nos acostamos, y finalmente en todas nuestras acciones, continuamente hacemos la cruz en la frente”.
Y San Efrén dice: “Pintamos en nuestras puertas y en nuestras frentes, en la boca, en el pecho, en todos nuestros miembros la vivífica señal de la cruz, armémonos con esta armadura impenetrable de los cristianos, porque la cruz es la victoria de la muerte, esperanza de los fieles, luz del mundo, llave del paraíso, cuchillo de los herejes, ayuda de los monjes, esfuerzo de la fe de los católicos.
San Francisco de Asís, cuando estaba muy enfermo, en un momento en que el dolor alcanzó alturas tan insoportables, se encorvó completamente sobre sí hasta tocar la frente con las rodillas. Fray Maseo le dijo: Hermano Francisco, no hay medicina humana que pueda aliviarte ¿Quieres que leamos la palabra evangélica, que tanto te consuela?. Francisco calló, luego dijo: No; no hace falta. Conozco a Cristo pobre y crucificado y eso me basta. Fray León le dijo: Hermano Francisco, piensa también en Cristo Resucitado; ese recuerdo consolará, sin duda, tu alma. Francisco respondió: “Los que no saben de Crucificado, no saben nada del Resucitado. Los que no hablan del Crucificado tampoco pueden hablar del Resucitado. Los que no pasan por el Viernes Santo, nunca llegarán al Domingo de Resurrección”.
San Francisco se gloriaba, como Pablo, sólo en la cruz de Cristo y como nadie penetró en el “Misterio de la Cruz”.
Francisco enseñó a sus frailes, que aún no sabían rezar el Oficio, a que rezaran la siguiente jaculatoria: “Adorémoste, Cristo, en todas las Iglesias que hay en el mundo, y te bendecimos, pues por tu santa cruz redimiste al mundo”.

Todo lo referente a la Pasión de Cristo y hacia la Santa Cruz, se potencia en manos de la Orden franciscana, ya que por donde quiera que iba sembraba el amor a la cruz como enseña de nuestra feliz resurrección.

12. Las Hermandades de la Vera Cruz

Por la devoción de San Francisco a la cruz, en todos los conventos franciscanos que se creaban, allí nacía una Hermandad a la Vera Cruz.
En Valladolid se crea un convento, año 1210, a petición de Doña Berenguela, hija de Alfonso VIII, “el de las Navas”. Allí surgió una Hermandad de la Santa Vera Cruz, que daba culto a una reliquia del “Lignum Crucis”.
También se sabe de la Cofradía de la Vera+Cruz, de Santo Toribio, en Liébana (Santander), creada a mediados del siglo XII por los cuatro Obispos de León, Palencia, Oviedo y Burgos.
El 15 de Marzo de 1208, se consagra en Segovia, la Iglesia de la Vera Cruz, de los templarios “del Septentrión” de Segovia, a quienes el Papa Honorio III le concedió una reliquia del “Lignum Crucis”.
Después de la batalla de las “Navas de Tolosa”, 1212, y el avance de la conquista hacia Andalucía, se fueron creando conventos franciscanos y también Hermandades de la Vera Cruz. Así, en Granada, Córdoba, Jaén, Baeza, Vélez-Málaga, Málaga, Andujar, etc. En todas las Iglesias franciscanas se crean capillas bajo la advocación de la Vera Cruz. Era la contraposición del signo de la cruz frente a la “Media Luna” del Islam. Así nos lo recuerda el Lic. Escudero de la Torre:
“Después de que el rey Don Alonso VIII, año 1212, en aquel milagroso vencimiento de la Batalla de las Navas de Tolosa, rompió la cadena mahometana los miserables eslabones…mas que con alientos humanos, con la cabeza de que aquel sagrado Madero, en cuyos brazos dexó el poder de los soyos depositado el Soberano Monarca a los cielos, agradecida la piedad cristiana, multipliquen en numerosos templos la veneración de la Santa Cruz”.

Las Hermandades de la Vera Cruz en nuestra diócesis:

El año 1326, el Infante Don Juan Manuel lucha y vence a los moros cerca de Antequera. En el día de la batalla:

e tomó la espada Lobera, que en aquel tiempo era suya, e besola en remembranza de la Cruz en que Nuestro Señor puso sus espaldas e fiso una oración: ‘Señor, miémbrese de mi e de los christinos que aquí son ayudados por loor e reverencia en la sancta Vera Cruz que Jhesu Christo tomó muerte e pasión en el Monte Calvario”.

Después de la Reconquista en casi todas las Iglesias estaba constituida la Hermandad de la Vera Cruz. Así en Coín, Antequera, Vélez, Estepota, Málaga, etc.
Málaga capital se conquista el 18 de Agosto de 1487. En la procesión de entrada parece que ya venía un “Lignum Crucis”.
En 1488, en los libros de Reparticiones se habla de los “frailes de la Vera Cruz”.
Posteriormente se crea el Hospital de Santa Ana y allí se establece la Hermandad de la Vera Cruz, que luego se trasladará al Convento franciscano de San Luis el Real. De ella nacen (con hermanos de luz y penitencia):
- La Hermandad subsidiaria de San Juan Evangelista (1644).
- La Hermandad del Santo Sudario de la Vera Cruz (1642)
- La Esclavitud Dolorosa de Ntra. Sra. De la Vera Cruz (1647)
- La Hermandad del Crucificado de la Vera Cruz (1647).
Esta última Hermandad con 72 hermanos.

Desde 1921 radica en la Parroquia de San Juan, fusionada a la de Azotes y Columna, ánimas de Ciegos, Ntro. Padre de la Exaltación.

Después de todo este recorrido por la historia y sentido de la Cruz de Jesucristo, quiero terminar con una poesía de Santa Teresa de Jesús, titulada

12.- EN LA CRUZ ESTÁ LA VIDA

En la cruz está la vida
y el consuelo,
y ella sola es el camino
para el cielo.
En la cruz está "el Señor
de cielo y tierra",
y el gozar de mucha paz,
aunque haya guerra.
Todos los males destierra
en este suelo,
y ella sola es el camino
para el cielo.
De la cruz dice la Esposa
a su Querido
que es una "palma preciosa"
donde ha subido,
y su fruto le ha sabido
a Dios del cielo,
y ella sola es el camino
para el cielo.
Es una "oliva preciosa"
la santa cruz
que con su aceite nos unta
y nos da luz.
Alma mía, toma la cruz
con gran consuelo,
que ella sola es el camino
para el cielo.
Es la cruz el "árbol verde
y deseado"de la Esposa, que a su sombra
se ha sentado
para gozar de su Amado,
el Rey del cielo,
y ella sola es el camino
para el cielo.
El alma que a Dios está
toda rendida,
y muy de veras del mundo
desasida,
la cruz le es "árbol de vida"
y de consuelo,
y un camino deleitoso
para el cielo.
Después que se puso en cruz
el Salvador,
en la cruz está "la gloria
y el honor",
y en el padecer dolor
vida y consuelo,
y el camino más seguro
para el cielo.

Nuestra procesión del Viernes Santo:
Y ahora acompáñenme en una madrugada del Viernes Santo.
Apenas se ha dormido. Van a dar las seis de la mañana. Todo son nervios.
Vamos a comenzar nuestro acto de fe, en compañía de nuestro Cristo de la Vera Cruz.
Se oye la voz del mayordomo.
Los hombros se pegan a los varales.
Toca la campana. Se levanta el trono. Silencio.
Desde fuera de la puerta se divisa ya la figura de nuestro Cristo.
Silencio. Emoción. Se contiene la respiración. Más silencio.
Comienza nuestro procesionar: luces encendidas, se lee la Palabra de Dios que suena a dolor, entrega, sacrificio por la salvación de los hombres.
Seguimos caminando. Algunos curiosos se paran y observan, respetan el silencio. Se sigue caminando y meditando en la Palabra.
En Puerta del Mar algunos vuelven de las procesiones que ya se han recogido. El silencio se perturba, pero se dan cuenta de nuestro caminar y de nuevo silencio. Calle de Larios, Strachan, Molina Lario, Císter. En nuestro caminar devoto llegamos a la Catedral. Un Canónigo, el Deán, revestifo de su hábito coral, nos recibe en la puerta y se une al cortejo.
Comienza el Via Crucis. Primera Estación. Comienza la reflexión sobre la Palabra Evangélica, se reza, y suena el canto gregoriano. Se recuerda el camino de Jesús hacia la muerte: condenado a muerte, cae bajo el peso de la cruz, el Cirineo le ayuda a llevar la cruz, se encuentra a las mujeres buenas de Jerusalén, se reparten su ropa, le clavan en la cruz, nos entrega a su madre en el apóstol Juan, muere, es llevado a la sepultura.
Parece que todo ha terminado. Pero no es así. Llegamos frente al "Monumento". Todos nos ponemos de rodillas. La emoción nos invade. cristo que murió está allí en la Eucaristía: ¡Te adoramos los fusionados; estamos aquí, creemos en tu Resurrección. Habías muerto pero has resucitado; estás aquí. Te adoramos, Señor!.
De nuevo se pone en marcha el cortejo. Silencio. Se oy el canto gregoriano. Nuevas emociones. Ya es de día, huele a azahar. La Palabra de Dios que se lee nos habla de triunfo, de resurrección.
Vamos contentos. La cruz ya no es símbolo de muerte sino de vida.
Celebramos la Pascua. Es Pascua florida.
Ahora es LA CRUZ DE MAYO que adornamos con flores.
Ya la cruz no es señal de muerte de esclavos. Es señal del triunfo del Hijo de Dios sobre el pecado y la muerte. La Cruz es nuestra señal.
¡CRISTO HA RESUCITADO!


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