sábado, 22 de septiembre de 2007

Un veracrucero en Roma (y IV). Por Andrés Torres.

Y por fin la Basílica de la Santa Cruz ( Santa Croce):

A escasos metros de San Juan de Letrán, Catedral de Roma, se encuentra la Basílica de la Santa Cruz.

La ubicación tiene su importancia, pues San Juan de Letrán fue la primera donación de Constantino a la Iglesia en el año 313 (el del Edicto de Milán).















Al Edicto de Tolerancia siguió un gran interés de Constantino por buscar ‘’pruebas’’ de la Pasión y Muerte de N.S.J. Es por ello que su madre, Elena, viajó a Jerusalén en busca de la Vera Cruz.

De los hallazgos de Santa Elena, algunos quedaron en Jerusalén en la Basílica de la Santa Croce in Jerusalem allí mandada edificar, y otras vinieron a Roma.

Otros sin embargo, siguieron destinos legendarios, como es el caso de unos de los clavos, que según una leyenda, fue arrojado al mar para apaciguar una tormenta y según otra, fue usado para fundir el bocado del caballo de Constantino.

La ubicación de la basílica, pues es en los primeros territorios de los cristianos en Roma, a partir de los cuales se inició la expansión ‘’temporal’’ del Cristianismo ‘’postconstantiniano’’, en terrenos propiedad de Fausta, esposa del Emperador.

La Basílica, pues, está en los orígenes más remotos del culto a la Vera+Cruz.

La portada ya nos da una idea de donde estamos, pues está rematada por una Cruz orlada por arcángeles, los cuatro evangelistas y Santa Elena y Constantino en sus extremos.

Lo más interesante para un veracrucero está en el interior:


El ábside, decorado al fresco por Antoniazzo Romano y sus discípulos ( anteriormente estuvo atribuido a Perugino), en el Siglo XV, es un resumen gráfico de la Leyenda de la Cruz de Santiago de la Vorágine en su Leyenda Dorada (prometo contarla en siguientes colaboraciones).

A la izquierda, una puerta nos introduce en uno de los sitios donde un veracrucero siente ‘algo inexplicable’. El santuario de la Santa Cruz guarda en su interior uno de los Lignum Crucis mayores (el mayor está en España, en Santo Toribio de Liébana, del que espero que nuestro querido Pedro Matías nos hable en sus estaurotecas).


Rodeándolo, reliquias tan extraordinarias como:
.Un Clavo
.Dos Espinas de la Corona
.Parte del Titulum (INRI)
.Un fragmento de la Gruta de Belén
.Y la más curiosa de todas: la falange distal del dedo que Santo Tomás metió en la llaga.
También me llamaron mucho la atención las frases en torno al tema que están grabadas en mármol en la antesala del santuario de las Reliquias ,que mando a nuestra blogmáster para que las vaya poniendo poco a poco si lo considera oportuno.

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