lunes, 3 de septiembre de 2007

Artículos de nuestros hermanos.Por Javier Ayora

Castilla es el mundo. Tardé cuatro años y un viaje por más de veinte países para entenderlo. Inconmensurable, es el cáliz de todos los océanos. Incontestable, es un trozo de libertad ejercida, de antiguas costumbres, fazañas y fueros. De la tierra de Amaya a las murallas de Avila, de la Bardulia a los campanarios de Toledo, de las orillas del Arlanza a la mística de Arévalo, es un paisaje vacío de sí mismo. En toda su extensión se extienden las cofradías, iglesias, y ermitas bajo la advocación de la Vera+Cruz. Una de estas ermitas es la de Segovia, que se encuentra camino de Zamarramala. Las leyendas populares afirman que la hicieron los templarios, aunque algunos autores niegan tal posibilidad, al no existir ninguna documentación histórica que lo pruebe. De un tiempo a esta parte, la literatura sobre templarios es fantasiosa y cansada. Son tiempos de vendedores ambulantes, de templarios, cátaros, rosacruces, kundalinis, extraterrestres, códigos da vinci y no sé qué zambombas. Lejos quedan los buenos libros como el del Padre Gonzalo Martínez o las investigaciones de Ignacio de la Torre. El canónigo de Mondoñedo, Santos Sancristóbal Sebastián es el autor del libro “Iglesia de la VeraCruz de la Orden de Malta de Segovia”. Este riguroso investigador atribuye la edificación de la iglesia a la Orden del Santo Sepulcro fundada por Godofredo de Bouillon en 1099. Ésta sería una copia del Santo Sepulcro de Jerusalén. El templo es de planta dodecagonal, algo rarísimo en la península, como las antiguas iglesias orientales, y tiene un edículo compuesto de dos pisos. En una capilla bajo la torre estuvo el Santo Lignum Crucis, que fue venerado por el mismo San Fernando cuando estuvo en Segovia. El interior recuerda todo lo que aprendí de mis hermanos de Málaga, la forma de un árbol dónde el edículo sería el tronco, como las leyendas medievales del lignum vitae.Una misteriosa incripción dice :“Quienes fundaron este santuario sean colocados en la morada celestial y en la misma se les asocien quienes se extraviaron.”A la salida merece la pena un paseo por la Fuencisla y la vega del Eresma, con la vista del Alcázar al fondo. Recuerda un paisaje francés, parecido a alguna zona de Estrasburgo. La orilla del río bajo la sombra de los álamos, es un lugar ideal para comer sobre la hierba, con un cava frío de Rueda.Recuerdo los escritores que hablaron de Castilla, especialmente a Ramón Peralta. Hace siglos que invasores atravesaron las estepas, proclamando la fe absoluta del profeta, cuando aquellos propietarios libres y campesinos soldados ya tocaban a Dios y comían su Cuerpo. Es hora de marchar, arranco el coche, en el equipo de música suena una canción country. El viejo canal de Castilla permanece olvidado en la lejanía de Osorno, mientras la carretera de La Coruña se llena de hélices y estaciones de servicio. Hoy sigue siendo una mesa de vino de la tierra y legumbre, unas aldeas donde todavía se bendice el pan y se vela a los muertos. Es un país románico salpicado de arquitecturas celestes. El viento pronuncia el nombre de Dios en cada espiga. Ha caído la noche. El cielo es una bóveda eterna sobre campos infinitos.
Javier Ayora.

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